La palabra es hermosa.
Es una mecanismo complejo y sorprendente. No sólo es eficaz. También es hermoso.
Quizá por eso me gustan tanto la literatura como las charlas tipo TED.
Pero es cierto que conforme la comunicación gana peso e interés, se nos ha ido diciendo y convenciendo de la importancia del lenguaje no verbal, de nuestros gestos, del tono de voz, de la imagen. Parece como si al final las palabras fueran lo de menos.
Sin quitar un ápice de importancia al resto de elementos, sí que parecía algo triste esa sensación de que lo de menos eran las palabras, y lo más importante, la 'puesta en escena'. ¿No es, al fin y al cabo, el lenguaje un vehículo no sólo de comunicación sino también de pensamiento?
Bueno, pues resulta que alguien tan autorizado sobre la materia como es Chris Anderson, dueño de TED, nos advierte, en su libro 'TED Talks. The official TED guide to public speaking', nos advierte sobre la palabra y nos reconcilia con ella.
Importa, claro que importa. Es más, es lo que más importa.
Nos cuenta que esa idea de que lo de menos son las palabras y lo más el lenguaje no verbal proviene de una mala interpretación de los estudios de Albert Mehrabian quien afirmó que la efectividad de la comunicación dependía sólo en un 7% de las palabras. Pero lo cierto es que Mehrabian se refería sólo a la comunicación de emociones, no a la comunicación en general.
La realidad, pues, devuelve, como intuíamos, mucho poder a la palabra en sí misma, porque, como nos dice Chris Anderson:
the whole substance of a talk depends crucially on words. It's the words that tell the story, build an idea, explain the complex, make a reasoned case, or provide a compelling call to action.
Encantado, pues, de tener de nuevo entre nosotros a la palabra, la palabra en toda su gloria y belleza. Encantado de mimarla y admirarla... y encantado de aspirar a dominarla ...
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