El discurso del miedo
A esa proliferación de las visiones negativas contribuyen, todo hay que decirlo, no sólo el miedo o la incomprensión, sino también meros intereses marketinianos, puros intentos de captar la atención del lector con todo tipo riesgos existenciales y no tanto.
Este discurso del miedo, y sobre todo la atención que capta, es bastante paradójico puesto que luego, en el fondo, los humanos, el público en general, ese mismo público que con frecuencia se delecta con los mensajes catastrofistas, es un ávido y entusiasta consumidor de tecnología.
Tecnología y progreso
No confío mucho en conseguirlo, pero abogaría por un discurso mucho más optimista que, en el fondo, es también mucho más realista.
La tecnología no la inventamos porque sí y no se inventa ella a sí misma. La creamos los humanos precisamente para que nos ayude en nuestras labores o para que nos permita hacer cosas nuevas, cosas a veces necesarias y otras, simplemente, placenteras.
Por tanto, y aunque los riesgos y los problemas son reales, aunque existen esos 'efectos colaterales' que debemos conocer y evitar, y aunque la tecnología también puede ser usada con fines oscuros, lo cierto es que la tecnología es, en esencia, buena, es una forma de ayudar a la humanidad generando bienestar y progreso.
Al menos eso es lo que yo creo.
Inteligencia artificial y robots
Y entre las tecnologías que a la vez atraen y a la vez se 'llevan la palma' en esa visión catastrofista, en ese discurso del miedo, en el entendimiento de la ética de la tecnología como mera detección de problemas y desacreditación de la tecnología, se encuentran dos de las que más me apasionan: la inteligencia artificial y la robótica.
Quizá porque son tecnologías muy potentes, quizá porque emulan las historias de ciencia-ficción, quizá porque están de moda, la inteligencia artificial y la robótica son protagonistas habituales de esas 'historias de miedo'.
Y sin embargo, son ya, y desde hace muchos años, especialmente en el caso de la robótica, motores de progreso y de eficiencia.
Los son desde hace años y ofrecen enormes posibilidades de cara al futuro.
Ocho retos donde los robots pueden ayudar
En esa visión positiva y mirando al futuro Daniela Rus, en su libro 'The Heart and the Chip: Our Bright Future with Robots' identifica, ya casi como culminación de la obra, ocho grandes retos de la humanidad donde ella entiende que la robótica y la inteligencia artificial tienen mucho que aportar.
Son estos:
- Salud humana: Se trataría del uso de la inteligencia artificial y robots en tareas de diagnóstico, monitorización y tratamiento. Así, por ejemplo, la inteligencia artificial se utiliza ya en el desarrollo de medicamentos, permitiendo la particularización para grupos reducidos e incluso personas concretas en lo que se denomina la medicina personalizada o de precisión. La autora sugiere también la posibilidad de desarrollar microrrobots que serían simplemente ingeridos como cápsulas y que evitarían muchas intervenciones quirúrgicas. Unos microrrobots que podrían no sólo hacer ellos mismos ciertas labores terapéuticas sino también comunicarse con un médico en el exterior quien podría dirigir al robot. La autora también menciona un desarrollo de su laboratorio, una silla robótica que mantiene al paciente en perfecta orientación para tratamientos con haces de protones. Rus no lo indica, pero supongo que cabría aquí incluir el desarrollo y mejora de los ya existentes robots quirúrgicos.
- Seguridad alimenticia: El crecimiento de la población por un lado, junto con problemas derivados del cambio climático por otro, hacen cada vez más importante conseguir sistemas eficientes de producción y entrega de alimentos. En lo relativo a la entrega, la autora nos habla de pequeños robots voladores a baja altura sin interferir con la aviación comercial (en el fondo creo que se trataría de drones) para, por ejemplo, la entrega de productos frescos limitando la dependencia de cosechas cercanas. También sugiere el uso de robotización en una especie de gestión de stocks automatizada, capaces de detectar excesos y carencias y, unidos a ágiles sistemas de transporte, conseguir la redistribución de alimentos, todo ello con el objetivo de minimizar el desperdicio de comida. También apunta a cosechadoras robotizadas y autónomas así como el desarrollo de la denominada agricultura vertical dentro de contenedores robotizados en el exterior de edificios.
- Energía y electricidad: Por un lado apunta a la urgente necesidad de reducir el consumo de energía de los propios sistemas de inteligencia artificial pero también señala otras soluciones como la robotización de paneles solares para mejorar su aprovechamiento energético optimizando su orientación e incluso paneles móviles que busquen el mejor punto de exposición. También sugiere el uso de drones para supervisar problemas en generadores eólicos. En el ámbito doméstico, y usando como ejemplo su propia casa, sugiere una robotización que optimice de manera automática el consumo eléctrico apagando y encendiendo elementos según necesidades.
- Sostenibilidad: Aunque el problema del cambio climático y de la sostenibilidad no es de fácil solución y parece precisar sobre todo la disminución de la huella de carbono, la autora sugiere algunas ayudas posibles del cambo de la robótica. Una que es audaz pero que está sobre la mesa es la posibilidad de lanzar al espacio pequeñas naves dotadas de paneles que lo que harían sería disminuir la cantidad de rayos solares que llegan a la Tierra, reduciendo así la temperatura. También menciona la técnica denominada 'secuestro de carbono' que lo que pretende es realizar una suerte de fotosíntesis artificial, consumiendo CO2.
- Aguas limpias: De cara a conseguir aguas más limpias, a eliminar, por ejemplo, el exceso de nitrógeno, Rus propone alguna solución robótica curiosa como crear unos robots que emulen la labor de limpieza que realizan moluscos bivalvos como las ostras e incluso incrementarlos con capacidades, por ejemplo, para eliminar plásticos y microplásticos.
- Exploración en la Tierra: se trata del uso de robots en la exploración de lugares donde al hombre le cuesta llegar, por ejemplo en profundidades marinas o para ayudarnos a entender nuestro propio cerebro.
- Exploración en el espacio: Se podrían, por ejemplo, desplegar máquinas autónomas en la Luna o Marte para realizar labores que acondicionasen el lugar, permitiendo posteriormente enviar a astronautas humanos. Igualmente se podrían lanzar sistemas robóticos para la exploración de estrellas.
- Verdad y democracia: Una línea de trabajo curiosa que propone el uso de robots e inteligencia artificial para limitar la manipulación de información. Por ejemplo, la posibilidad de flotas de drones filmando espacios públicos con la intención de que no se pueda manipular lo que allí esté sucediendo, o el uso de sistemas como starlink para proporcionar acceso global a Internet. También sugiere técnicas basadas en inteligencia artificial para detectar deep fakes o todo tipo de manipulaciones de imágenes y vídeos o el uso de robots como una especie de buscador físico que permitiera, por ejemplo, a los esquiadores conocer el estado de las pistas o a los responsables de plantas industriales conocer el estado del proceso de fabricación.
Se trata sólo de una muestra ideas que apunta alguien tan autorizado como Daniela Rus. Algunas creo que ya se están haciendo, al menos en estadios iniciales, otras parecen fantásticas, aunque viniendo de donde viene la propuesta seguro que son viables.
En cualquier caso, está claro que abren un mundo de posibilidades.
Conclusiones
Las ideas de Rus son sólo eso, algunas posibilidades de usar la tecnología y particularmente la inteligencia artificial y la robótica para revolver grandes retos de la humanidad.
Sería bueno que sirviesen como inspiración para la acción y, además, para soslayar el pesimismo y el discurso del miedo y para demostrar el enorme potencial para el bien que tiene la tecnología.
Confiemos en ella y usémosla en esa dirección.
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