lunes, 30 de agosto de 2021

Big Data, Machine Learning y la democracia automática

Es éste post especulativo, ligeramente transgresor, casi un escenario de ciencia ficción. Me planteo: ¿sería posible automatizar la democracia o, más exactamente, la participación ciudadana en la política y la administración? 

Vamos a ver algunas ideas al respecto, algunas reflexiones al vuelo, más unas ideas espontáneas que un estudio pormenorizado.


Las bases tecnológicas: Big Data, Machine Learning e Internet de las Cosas.


Tenemos, no cabe duda, tecnología muy avanzada para el tratamiento de datos y la analítica. Tenemos, fundamentalmente, Big Data y Machine Learning pero también sensores e Internet de las Cosas.

Big Data nos aporta la capacidad de tratar, en tiempo real o cuasi-real, volúmenes ingentes de datos incluyendo datos no estructurados (imágenes, vídeo, texto libre...). Y para ello se apoya en componentes tecnológicos como los sistemas de ficheros distribuidos, el procesamiento distribuido, las bases de datos NoSQL, etc. Sobre esos datos los sistemas de Business Intelligence tradicionales ya nos permiten hacer interesantes cálculos, informes e indicadores. 

Pero tenemos además, la inteligencia artificial y muy especialmente el machine learning. Y ello nos permite procesamientos muy avanzados de datos, procesamientos que incluyen el entendimiento del lenguaje natural, la detección de sentimientos, la clasificación de imágenes, el reconocimiento facial, etc. Y, además, nos aporta capacidades analíticas para detectar patrones y correlaciones (muchas de ellas no detectadas por los humanos) y clasificar poblaciones mediante afinidades diversas. Aún más, nos permite hacer predicciones del comportamiento de variables de todo tipo.

Y, como complemento, tenemos muchas formas de obtener datos. No se trata sólo de las bases de datos de los sistemas de información 'de toda la vida'. Se trata también de los datos presentes en las redes sociales, de los captados mediante sensores de todo tipo incluyendo cámaras y micrófonos o todo tipo de dispositivos integrados en el Internet de las Cosas.


El conocimiento del ciudadano y la democracia automática


Esa combinación de tecnologías nos permite, pues, conocer fenómenos y realizar predicciones sobre ellos. ¿Qué pasa si ahora el fenómeno que queremos entender, reducir a patrones y predecir es el comportamiento y las preferencias de los ciudadanos?

Bien, las administraciones públicas ya disponen de muchos datos sobre los ciudadanos: datos, por ejemplo, laborales, sanitarios y fiscales. Datos sobre localidad de residencia y propiedades inmobiliarias, de vehículos, etc.

Junto con estos datos, las administraciones podrían recabar datos públicos, ya sea a nivel individual o agregado, presentes en redes sociales e, incluso, datos sobre movimientos de personas (tráficos o itinerancia de dispositivos móviles) y así un larguísimo etc

Y, aunque sujeto a cierta controversia y a límites éticos y legales, podrían recabar datos de cámaras de vigilancia, de tráfico, etc.

Además, las administraciones pueden hacer, y hacen de hecho, estudios sociológicos que permiten obtener otro tipo de informaciones como opiniones, inquietudes o intenciones de voto.

Es decir, las administraciones disponen de todo tipo de información sobre el ciudadano y posibilidad de obtener e integrar muchos más datos. Si a todo ello se le aplican de forma inteligente las tecnologías de Big Data y Machine Learning, parece se podría conocer con mucho detalle la realidad de la ciudadanía y, sobre todo, y relativo a la temática de este artículo, sus preferencias no sólo comerciales (que analizan ya las empresas) sino también ideológicas: posicionamiento en cuanto a, por ejemplo, impuestos, inmigración, servicios sociales, iniciativa privada, educación, etc.

Parece que la esencia de la democracia es que los ciudadanos puedan participar en los asuntos públicos expresando su opinión, normalmente a través de unos representantes por ellos elegidos y en algún caso de una forma más directa mediante referénda u otros mecanismos de participación directa. Pero ¿Qué pasaría si lo que quiere de manera agregada la ciudadanía fuese perfectamente conocido con base en la recopilación de datos de todo tipo, la detección de patrones sobre esos datos y la realización de predicciones de preferencias ante problemáticas actuales o futuras? ¿Qué pasaría si los gobernantes, quizá más tecnócratas y menos políticos, decidiesen y actuasen conforme a lo que dicten las preferencias de los ciudadanos según se obtuviese de esos datos procesados? 

Ese escenario es el que apunta brevemente, lo cual no supone una propuesta sino solo la expresión de una posibilidad, Ángel Gómez de Ágreda en su libro 'Mundo Orwell: Manual de supervivencia para un mundo hiperconectado' y que me ha inspirado para este artículo. En concreto, el párrafo clave es en el que nos dice:


El conocimiento del ciudadano a través de los datos adquiridos se plantea en ocasiones como una alternativa a la misma democracia, o a las consultas populares. No existiría la necesidad de preguntar una opinión que ya se conoce.


Si eso fuese así, si llegásemos al punto en que tuviésemos suficientes datos, y modelos analíticos y predictivos suficientemente potentes y ajustados como para de una forma acertada expresar la opinión de la ciudadanía, podríamos encontrarnos ante lo que he denominado democracia automática: una democracia en que los ciudadanos no participarían de manera directa porque no sería necesario, porque lo que pensasen en su conjunto sería perfectamente conocido. La participación sería indirecta, mediante la generación de datos en su día a día, quizá complementada con la participación en sondeos o, quizá, manifestaciones y actos públicos.

Sería un modelo de democracia probablemente algo más eficiente, que, paradójicamente, pudiera estar más cercana a la opinión de la ciudadanía pero... ¿es realmente viable? y, sobre todo ¿es deseable?


¿Es viable una democracia automática?


Desde un punto de vista técnico, probablemente sea mucho más viable de lo que parece. 

Creo que es viable (o cercano a la viabilidad) en el sentido de que las bases tecnológicas fundamentales ya están puestas aunque, quizá, solo quizá, pudiéramos necesitar idear e implantar formas de capturar algún dato necesario del cual no dispongamos hoy en día o pudiéramos tener algún problema de capacidad (de almacenamiento y proceso) ante la magnitud de la información requerida.

Eso sí, aparte de la pura tecnología de base, identifico como mínimo dos tareas bastante hercúleas a realizar desde el punto de vista técnico para su implantación:

  • Procesamiento e integración de todos los datos necesarios y, cualquiera que haya trabajado con fuentes diversas de datos sabe lo complejo, farragoso, laborioso y largo que es este punto.

  • Desarrollo y prueba de todos los modelos analíticos y predictivos necesarios, unos modelos que, aparte de ser probablemente muy numerosos, deberían ser exhaustiva y exquisitamente probados (y puede que en algunos casos hasta nos faltasen criterios sobre cómo probarlos correctamente).

Pero mucho más complejo serían, me parece, otros aspectos de 'implantación' que no tienen que ver con el ámbito técnico, temas como el masivo cambio legislativo y normativo necesario, el cambio a gran escala de procesos y procedimientos de administración y gestión públicas y un enorme cambio que podríamos denominar 'cultural', ya que toda la ciudadanía debería aceptar y acostumbrarse al nuevo esquema. Y el establecimiento del mecanismo para seleccionar a las personas que, aunque fuese con base en lo que indicasen los modelos, deberían decidir y actuar.

Todo esto hace que, aunque estrictamente hablando, creo que esta democracia automática podría ser viable, a efectos prácticos, al menos a corto y medio plazo, roza la inviabilidad y, caso que quisiéramos llegar a este modelo, probablemente debamos avanzar poco a poco, integrando algunos datos y desarrollando modelos uy enfocados para temas concretos.

Eso en caso de que queramos esta democracia automática pero ¿es realmente deseable?


¿Querríamos una democracia automática?


Una democracia automática, tendría, creo, algunas ventajas:


  • Podría ser algo más eficiente ya que evitaría, por ejemplo los costosos procesos electorales o los inacabables y poco productivos debates parlamentarios, comisiones, etc

  • Paradójicamente, podría ser más cercana a las necesidades y preferencias de los ciudadanos. ¿Por qué? Pues porque en las democracias actuales los ciudadanos participan sólo puntualmente (elecciones y referenda). Sin embargo, en esta democracia automática, los modelos se podrían actualizar de manera cuasi-continua y proporcionar en todo momento una visión actualizada de las opiniones y preferencias de la ciudadanía.

  • Y tendría el potencial para ser más objetiva, menos sujeta a las opiniones de líderes y partidos políticos, a sus intereses y sus estrategias de negociación

Sin embargo, parece que se abren muchos interrogantes y que los riesgos pueden ser muy altos.

Podría resultar muy difícil conseguir la aceptación por la ciudadanía no sólo de la propia democracia automática sino de las decisiones así adoptadas y ello, simplemente, porque los ciudadanos, seguramente, no se sentirían realmente partícipes. Es como una especie de problema de gestión del cambio a gran escala. Una buena práctica de gestión del cambio en proyectos transformadores es involucrar lo máximo posible a las partes interesadas en ese cambio, en esa transformación, en las grandes decisiones. Ello no solo asegura tomar mejores decisiones sino que, además, promueve apoyos y aceptación. Sin embargo, en la democracia automática, aunque en teoría se tuviesen en cuenta las opiniones de los ciudadanos, sería sin su concurso directo. Sería una especie de neo-tecno-ilustración: 'todo para el pueblo pero sin el pueblo (aunque sí con sus preferencias)'. Así que, probablemente, los ciudadanos contemplasen las decisiones tomadas en la democracia automática como algo ajeno, lejano y seguramente rechazable.

Los modelos, fácilmente, pueden presentar sesgos o degradarse con el tiempo. ¿Cómo garantizaríamos que esos modelos son neutrales, que expresan realmente la opinión popular  y que, además, se actualizan de manera continua para que sigan reflejando fielmente la opinión de la ciudadanía?

¿Y quién sería la autoridad que gestionaría los datos y los modelos? ¿Cómo garantizar que los modelos no se manipularían, de manera intencionada, para conseguir unos fines o para favorecer alguna opción ideológica? 

¿No parece, sobre todo, muy evidente y difícilmente controlable, la tentación autoritaria en este esquema que tanto se acerca a una especie de 'gran hermano'? ¿No podría suceder que la democracia automática se convirtiese  realmente en una dictadura con soporte tecnológico?


Conclusión


¡Uf! Da un poco de miedo, la verdad.

Es cuestionable si esta democracia automática sería viable, al menos a corto o medio plazo, aunque es posible que sí lo sea. Pero lo que asustan bastante sus implicaciones y riesgos.

Quizá sea mejor dejarlo estar, al menos por el momento ¿no? 

Si, casi mejor dejarlo estar, pero el reflexionar sobre ello, sobre las bondades y los riesgos de esta eventual democracia automática nos puede llevar a debates mucho más urgentes y quizá necesarios  que afectan ya mismo, a nuestra propia democracia actual por un lado y, por otro, al uso de los datos y la inteligencia artificial, a cómo promover su uso para el bien, cómo garantizar su empleo ético y cómo garantizar sobre todo los derechos y bienestar de la ciudadanía.


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