miércoles, 26 de noviembre de 2025

Una riqueza oculta: la aportación de la tecnología que no se ve en el PIB

Creo que la mayoría de las personas, y desde luego es mi caso, entienden que la tecnología, en general, tiende a aumentar la eficiencia en tareas y procesos y, en conjunto, la productividad de las personas, las empresas y la sociedad.

Debido a eso, el uso de la tecnología aumenta la disponibilidad de productos y servicios y, por tanto, la riqueza de las naciones y, en la medida que esa riqueza se distribuya adecuadamente, la riqueza de las personas.

Y sin embargo, eso que intuitivamente damos como cierto, o al menos yo lo doy como tal, no se refleja adecuadamente en algunas cifras macroeconómicas.

Lo comento,


El PIB como medida de la riqueza


Desde el punto de vista macroeconómico, la medida de las riquezas de las naciones es el Producto Interior Bruto (PIB), una medida que traduce en dinero (en euros o dólares) la generación anual de productos y servicios de una nación.

En ese sentido, el PIB no deja de ser una medida de la riqueza de las naciones (o quizá, algo mejor dicho, de la producción anual de riqueza). Y el PIB per cápita nos diría cómo, en media se reparte esa riqueza entre los ciudadanos de esa nación.


El concepto de productividad


Si ahora, más que a la producción global de riqueza (que nos mide el PIB) queremos conocer la productividad de una nación, se suele recurrir a la denominada Productividad laboral que se obtiene dividiendo el PIB entre el número total de horas trabajadas.


La tecnología y lo que cabe esperar


Si creemos, y yo lo creo, que la tecnología aumenta la riqueza y la productividad, a medida que introducimos más y más tecnología, debe aumentar la riqueza de las naciones y la productividad. Es decir, si el resto de los factores se mantienen iguales, debería aumentar tanto el PIB como la productividad laboral.


El PIB y la innovación tecnológica


De hecho, ya hace bastantes años, un estudio realizado por el premio Nóbel de economía en 1987, Robert Sollow, tras estudiar la evolución del PIB de los Estados Unidos concluyó que, para explicar el crecimiento de es PIB no le bastaba con los elementos tradicionales, capital y mano de obra sino que había una parte de ese crecimiento que procedía de la innovación tecnológica.


La paradoja: una riqueza no reflejada


Y, sin embargo, leyendo el libro 'The singularity is nearer' de Ray Kurzweil, que pese al carácter futurista y quizá descabellado que se le pueda atribuir, realiza mucho análisis basado en datos macroeconómicos, me encuentro con que, en apariencia, en los últimos años, pese al aparente avance de la tecnología y la automatización, ese uso tecnológico no se está reflejando en mayores PIB o en mayores productividades.

¿Cómo es posible?

Por supuesto, podemos pensar que la tecnología, por sí misma, sí que aumenta el PIB y la productividad pero que existen otros factores que operan en contra y que están pesando mucho en la evolución de esas magnitudes macroeconómicas.

O podríamos pensar que, pese a que hay mucha tecnología disponible, quizá el nivel de adopción no es tan alto como pensamos o la eficacia con que se adopta no es buena.


La explicación de Ray Kurzweil


Si embargo, y sin descartar ese tipo de explicaciones, me interesan mucho un par de argumentos que aporta Kurzweil en su libro pensando específicamente en tecnologías digitales.

Por un lado hace notar que en el mundo digital existe una enorme cantidad de soluciones, servicios, etc que son gratuitos. Es decir, el producto / servicio existe, y por tanto es una riqueza que se genera, pero al ser gratuito no se refleja en el PIB y, por tanto, tampoco en la productividad.

Y por otro lado, y en una línea parecida aunque ligeramente diferente, dice que el aumento de prestaciones y capacidad de las soluciones tecnológicas aumenta claramente pero, sin embargo, ese crecimiento en capacidad, prestaciones y resultados, no se refleja en el precio, que se mantiene igual o parecido, cuando no más bajo. Es decir, las prestaciones objetivas, lo que obtienen personas y empresas, es mayor, y por tanto la riqueza es mayor, pero sin embargo su medida económica es similar o menor. Es decir, de nuevo, ese incremento de riqueza no se refleja en el PIB (que es donde debiera reflejarse) y, por tanto, tampoco en la productividad, tal y como la medimos.


Conclusiones


No sé si la conclusión de todo esto es que debiéramos empezar a adoptar una medida de la producción de la riqueza diferente al PIB (cosa muy difícil, claro) o si basta con que, al menos, seamos conscientes de este fenómeno, que esa consciencia nos lleve a nivel político o empresarial a tomar decisiones adecuadas y, desde el punto de vista personal, a mantener la confianza en la tecnología y su capacidad para generar riqueza y aumentar la productividad.


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