lunes, 24 de febrero de 2025

Tecnología para el bien (I): de qué bien hablamos

Estoy colaborando en un hackathon, el 'I Hackathon Internacional de IA para Colectivos Vulnerables' organizado por OdiseIA (Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial), organización de la que soy miembro desde hace unos años.

Como parte de las acciones de promoción de este evento tan especial, impartí una pequeña charla que titule '(Robots 4 Good) Robots para el bien'. Si lo deseas puedes ver esta charla a continuación.



Al principio de la charla reflexionaba muy brevemente sobre lo que es el bien y lo que es el uso de la tecnología (en este caso los robots), para el bien. Como el núcleo de la charla era otro, pasé muy rápido por lo que quería transmitir acerca de lo que significa el bien y no estoy seguro de que  se entendiese el mensaje.

Así que en este post quiero aclararlo un poco y, de paso, ampliarlo enumerando varias formas o varios niveles de uso de la tecnología para el bien, aunque esto último lo dejaré pendiente para un siguiente post continuación de éste.


El concepto del bien


Más allá de conceptos más profundos o filosóficos de lo que es el bien, lo que quería transmitir, y lo que transmito ahora, es lo siguiente: el bien no es sólo la acción social, el bien también es el progreso y la creación de riqueza.

Vamos a desarrollarlo.


El bien como acción social


Cuando hablamos de utilizar la tecnología para el bien, vienen a nuestra mente, en efecto, y como es el objetivo del hackathon, ideas como utilizar tecnología para ayudar a colectivos vulnerables (personas mayores, niños, personas con discapacidad de algún tipo, personas que viven en países pocos desarrollados, personas que sufren efectos de la guerra, etc), o su uso en atención sanitaria, o en investigación, etc

Y, en efecto, eso es el bien. Eso es un gran bien. Y usar la tecnología para ayudar a esos colectivos vulnerables, o para promoción de la salud, o para investigación científica, o para ayudar a animales, o para mejorar la condición del planeta y tantas otras causas son ejemplos, quizá extremos, quizá los más altos, quizá los más inspiradores, de hacer el bien mediante el uso de la tecnología.

Es lo que, quizá simplificando, voy a llamar el bien como acción social...que es en el que solemos pensar al hablar de 'tecnología para el bien'.


El bien como acción económica


Sin embargo, si nos quedamos ahí, si limitamos a entender por el uso de la tecnología para el bien a estas formas de acción creo que estamos cayendo en un reduccionismo muy simplista y muy poco práctico.

Usamos la tecnología para ayudarnos en nuestro día a día, para ayudarnos en nuestra actividad personal y profesional, para permitirnos hacer cosas que si no no seríamos capaces de llevar a cabo, o para ser más eficientes en aquellas que hacemos. Usamos la tecnología para producir bienes y servicios. Usamos la tecnología, por tanto, para producir riqueza, una riqueza que luego disfrutamos de manera individual o colectiva. Todo eso forma parte de la actividad económica y del día a día. Pero no tendemos a identificarlo con el bien. Y eso creo que es un error.

Si una máquina, no sé, una prensa, ayuda a producir piezas metálicas que luego utilizamos para hacer clavos, o herramientas, o piezas, que forman partes de otras máquinas, o en construcción de viviendas, o de puentes o de lo que sea. ¿Eso no es bueno? ¿Es que no queremos puentes para cruzar ríos o clavos para colgar cuadros? ¿No nos facilita eso la vida o nos la hace más agradable?

Si unos robots ayudan a construir coches que necesitamos para desplazarnos o camiones que necesitamos para transportar bienes varios, o si unos robots fabrican circuitos integrados que forman parte de nuestros ordenadores, nuestros smartphones... ¿eso no es bueno? ¿No queremos comunicarnos a distancia? ¿No es bueno disponer de unos dispositivos que nos ponen en contacto unos con otros, que nos ayudan a localizarnos cuando nos necesitamos, que engrasan la actividad profesional o que nos permiten contarnos las pequeñas cosas del día a día?

Si unos sistemas de luces y sonido nos permiten crear un espectáculo teatral o circense ¿eso no es bueno? ¿No deseamos escuchar historias, o ver arte representado ante nosotros que nos inspire, nos conmueva, nos haga pensar o, simplemente, nos divierta? ¿Y eso no es bueno?

En mi opinión la respuesta es si, es un rotundo sí. 

Crear productos y servicios es crear riqueza, es crear bienes materiales o inmateriales que usamos las personas, que simplifican nuestra vida o que la hacen más agradable e incluso, en ocasiones, más digna. Y eso es bueno. Eso es muy bueno. Y utilizar tecnología producir esos productos y servicios de una manera eficiente, consumiendo el mínimo de recursos, es bueno, muy bueno.

¿Acaso no es precisamente ese alta productividad, esa alta riqueza, algo a lo que aspiran los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, o los colectivos en riesgo de pobreza? ¿No es en el fondo, algo a lo que aspiramos al menos a mantener, los que tenemos el privilegio de vivir en sociedades económicamente desarrolladas?  

No sé en qué momento hemos renegado, o mejor, le hemos negado el título de 'bueno', o de 'bien', a algo que tanto nos ayuda, que tanto deseamos y que, de nuevo quizá de forma simplificada, he denominado el bien como acción económica.

Para mi, la productividad, la eficiencia, la riqueza son buenas, y usar la tecnología para ello también.


Dos salvedades: espíritu y externalidades negativas


Para que se entienda mejor, y para tener claro de qué estamos hablando, al menos de qué estoy hablando yo, hay que reconocer o avisar de dos hechos muy importantes.

Por una parte el factor espiritual. Lo que quiero dejar claro es que cuando apuesto como algo bueno por la productividades, por la riqueza y por la eficiencia, eso no quiere decir, bajo ningún concepto, que entienda que es lo único valioso, ni siquiera lo mas valioso. No se trata de un materialismo o de construir un altar al progreso a costa de cualquier cosa. No se trata de ignorar el valor de lo espiritual, de las relaciones y desarrollo humanos, de la potenciación de valores intangibles de conocimiento, amor o amistad o, eventualmente, religión. No, no excluyo todo eso, sólo digo que el progreso y la riqueza son buenos. Y usar la tecnología para conseguirlos, también.

El otro elemento a considerar son las externalidades negativas, es decir, efectos indeseados y negativos del uso de la tecnología. La externalidad negativa más representativa probablemente sea la de la contaminación o el impacto medioambiental. Pero pueden existir otras, incluyendo, quizá, el 'robo' de tiempo, la distracción, etc Si, el uso de tecnología, como casi cualquier otra cosa, puede traer estos efectos negativos, que en algún caso concreto nos pudiera hacer cuestionar la bondad de una tecnología, un producto, un proceso productivo, etc. Y quizá, el balance neto, riqueza vs externalidad negativa, aconsejase abandonar alguna tecnología.

Pero que el factor espiritual exista, y deba ser prioritario frente a ningún progreso, o el hecho de que la tecnología pueda traer consigo externalidades negativas, no elimina su carácter de esencialmente bueno- No olvidemos que, además, las externalidades negativas se pueden producir en escenarios de acción social. Un problema de la inteligencia artificial actual es su alto consumo energético y, por tanto su huella de carbono e impacto medioambiental. Si ahora usamos la inteligencia artificial para ayudar a un colectivo vulnerable, eso no elimina la huella de carbono, seguimos, por desgracia, teniendo externalidades negativas.  

Por tanto, de nuevo, que el factor espiritual exista y las externalidades negativas también, no descalifica de manera global a la tecnología como instrumento del bien, sólo nos avisa de que, en cada caso, debemos hacer un uso responsable de la misma, y teniendo claro qué valores priorizamos y qué impacto tiene.


Modelos para aplicar la tecnología para el bien (continuará)


¿Cómo concretar un uso ético de la tecnología? ¿Cómo asegurar que usamos realmente la tecnología para el bien?

La verdad es que pensaba hacer una propuesta en este mismo post, pero como veo que se me está alargando más de lo previsto, voy a posponerlo y, en un artículo continuación de éste, propondré algunos modelos que se me ocurren para llevar a cabo ese uso de la tecnología para el bien.


Conclusiones


Usar la tecnología para la acción social, para ayudar a colectivos vulnerables, para proporcionar una mejor atención social y sanitaría o para colaborar en la investigación científica son formas inspiradoras y muy elevadas del uso de la tecnología para el bien.

Pero usar la tecnología para producir bienes y servicios, para generar una riqueza que nos haga la vida más fácil y agradable es también bueno.

Sólo debemos tener en cuenta nuestras prioridades, que incluyen lo espiritual, y estar avisados de externalidades negativas y, uniendo todas las perspectivas, hacer un uso responsable.


No hay comentarios:

Publicar un comentario