lunes, 14 de junio de 2021

Empatía con los robots: la mejor cara de la antropomorfización

En este blog ya hemos hablado repetidamente de la tendencia de los humanos a la antropomorfización de las cosas, objetos y animales con que nos relacionamos, y algunas de las consecuencias que esto tiene, en general más negativas que positivas, o al menos con riesgo, cuando de lo que hablamos de la relación con robots.

Así, por ejemplo, hemos hablado recientemente de ciertos riesgos cuando esa antropomorfización invade el campo jurídico y hace que legisladores y juristas se dejen arrastrar por la llamada falacia del androide.

Sin embargo, la antropomorfización también tiene sus aspectos positivos. Usada con habilidad, pero también con criterio y ética, puede favorecer la calidad de las interacciones de las personas con agentes inteligentes e, incluso, ayudar a las personas en ciertas situaciones, incluso, de vulnerabilidad como en ancianos o niños con trastornos del espectro autista.

Y, además, hay un detalle que resulta incluso bonito y esperanzador en esta nuestra tendencia a antropomorfizar a los robots: se trata de la empatía hacia los robots y lo que eso muestra de la naturaleza humana.

Ya hacia final de su libro 'The new breed', la roboticista Kate Darling nos habla del fenómeno de la empatía de los humanos hacia los robots: cómo, en cierta manera, los humanos nos 'ponemos en el lugar de los robots' y sufrimos cuando pensamos que estos sufren y sentimos compasión por ellos.

Kate Darling con un robot Pleo
Darling describe algunos experimentos que ha realizado al respecto como cuando pidió a un grupo de personas en un taller que maltrataran a un robot dinosaurio (Pleo) y éstas se resistieron a hacerlo, o la experiencia real de soldados que han intentado salvar de la destrucción a robots diseñados explícitamente para destruir bombas aunque eso conlleve la propia destrucción del robot.

Desde un punto de vista de racionalidad pura, no tiene sentido sentir empatía por un robot y sufrir con ese robot, puesto que el robot es una cosa y no sufre en absoluto aunque, como en el caso de Pleo, pueda simular estar sufirendo. Y estrictamente hablando tiene poco sentido arriesgar la vida por un robot anti-bomba por más que pueda ser destruido en el curso de 'su trabajo'. Y, sim embargo, hay, como decía, un fondo esperanzador en ese comportamiento porque, como dice Kate Darling.


Our empathy for robots is a revealing part of our psychology


La tendencia a la empatía forma parte de nuestra manera de ser, de nuestra naturaleza. No podemos evitar sentir esa empatía hacia los robots porque el sufrimiento de un robot (como el de otra persona, un animal e incluso otras cosas) activa en nosotros nuestro instinto hacia la empatía, hacia la ayuda a los demás y la tendencia a evitar el sufrimiento de otros. Y eso puede que sea racionalmente absurdo, pero creo que pocos negaremos que es bueno, que es una demostración de humanidad y una esperanza  de cara, no sólo al buen comportamiento, no solo con los robots, ni siquiera especialmente con los robots. sino también, muy especialmente, entre nosotros, entre las personas. Porque. como nos dice Kate Darling:


When I see a child hug a robot, or a soldier risk life and limb to save a machine on a battlefield, or a group of people refuse to hit a baby dinosaur robot, I see people whose first instinct is to be kind.


La empatía, incluso la empatía hacia los robots, es una manifestación de un instinto de bondad.

Así que si, es necesario ser conscientes del fenómeno de la antropomorfización, es necesario estar muy atentos a los riesgos que sin duda supone en el diseño y uso de la interacción robots-personas y evitarl esos riesgos con un criterio ético. 

Pero tampoco nos fustiguemos: la empatía que podemos sentir hacia un robot, en el fondo, habla de nosotros, habla bien de nosotros y, paradójicamente, de nuestra humanidad.


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