Entre los aspectos que se han de tener en cuenta en el diseño y construcción de un robot destinado a la interacción con los humanos, un robot social, no sólo encontramos desafíos mecánicos, sensoriales o algorítmicos, que no son poco reto de por sí, sino que, además, se debe gestionar la aceptabilidad del robot por parte de los humanos, una aceptabilidad que tiene mucho de emocional y que está influenciada por aspectos psicológicos, culturales y personales,
En el libro 'Emotional Design in Human-Robot Interaction: Theory, Methods and Applications' editado por Hande Ayanoglu y Emilia Duarte y dedicado, precisamente, al diseño desde un punto de vista emocional de los robots, nos enumera algunos de los elementos a tener en cuenta, algunos de los factores que influyen en esa aceptación. En concreto, nos hablan de:
El valle inquietante ("uncanny valley"): Según la teoría del valle inquietante existen unos niveles de similitud de los robots con humanos que nos provocan rechazo. Si el robot es igual que un humano sano, nos resulta perfectamente aceptable. Y si el robot, por el contrario, es muy diferente a un humano, también resulta perfectamente aceptable. Es más, cuando todavía el robot es muy diferente de la persona, mejora la aceptación del robot a medida que se va humanizando. Pero hay una zona, precisamente el valle inquietante, en que el robot se parece mucho a una persona sana pero sin alcanzar un parecido pleno. Es en esa zona donde el robot nos causa rechazo. La teoría del valle inquietante se trata de una propuesta hecha por Masahiro Mori en 1970, una propuesta bastante aceptada pero que, realmente, no se ha llegado a demostrar. Con base en la idea del valle inquietante, la recomendación de diseño es hacer unos robots moderadamente parecidos a los humanos pero no buscar el parecido extremo.Curva que ilustra el valle inquietante - Proxémica: La proxémica hace referencia al espacio de separación que las personas mantenemos en una interacción social, un elemento complejo de gestionar porque está influenciado por la relación existente entre las personas, la situación concreta en que se produce la interacción, la personalidad y las normas y costumbres sociales y culturales. En la obra se mencionan estudios que señalan, por ejemplo, que los niños se alejan más de los robots que los adultos, las mujeres más que los hombres, o que se mantienen distancias mayores con robots dotados de voz que con aquellos mudos. Un robot social debe manejar lo mejor posible las distancias para mejorar la relación con los humanos.
- Empatía: Hablamos de empatía en el sentido de la capacidad de percibir, entender y experimentar las emociones de otros. Para ser mejor aceptados los robots sociales deben mostrar una emociones ricas que generen empatía en los humanos. Conviene en este punto avisar de que, al decir que los robots muestren emociones, no queremos decir que las sientan realmente, sino que sean capaces de simularlas de manera creíble y consistente. Para ello pueden usar las palabras, el tono de voz, expresiones faciales, postura y gestos.
- Confianza: Según algunos estudios que mencionan los autores, los humanos no confían de forma inmediata en los robots y sus sugerencias, ya que tienden a verlos como socialmente incompetentes.
- Compromiso ("engagement"): Nos referimos a compromiso un poco en el sentido de la estrechez y profundidad de la relación que se establece en una interacción dada. Este compromiso parece estar influenciado por factores como el atractivo estético y sensorial, la novedad, la interactividad, etc
La existencia de todos esos factores conduce a realizar lo que denominan un diseño emocional que intente gestionar todos estos elementos mediante un adecuado diseño de apariencia, expresiones faciales, movimiento corporal que refuercen otros elementos como la utilidad y la facilidad de uso.
Sin duda, no son retos pequeños, pero creo que es un campo en que vale la pena avanzar y no dudo de que así, será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario