viernes, 2 de agosto de 2019

El teclado QWERTY y lo que enseña sobre innovación y competencia


Las cosas no siempre son lo que parecen. Ese aforismo se aplica casi a cualquier ámbito de la vida pero, como vamos a ver, también se traslada al mundo de la empresa, de la innovación y de la competencia.

De forma intuitiva pensamos que en el mercado triunfan los mejores productos/servicios, ya sea aquellos que ofrecen mejores prestaciones, o mejor precio o alguna otra cualidad en que ese producto / servicio es 'mejor' que su competencia.

Racionalmente es así y en la realidad también sucede así con frecuencia... pero no siempre, porque las cosas no siempre son lo que parecen.

¿Conoce el lector la historia del teclado QWERTY? 

Si, esa disposición del teclado en que las letras no aparecen en orden alfabético sino en una disposición casi imposible de explicar y que hace que las cinco primeras letras de arriba a la izquierda sea, precisamente: Q, W, E, R, T, Y. Una disposición de teclado que no sabemos explicar pero a la que nos hemos acostumbrado porque es omnipresente en los teclados de las antiguas máquinas de escribir y de los actuales ordenadores y smartphones.

¿A qué obedece esa disposición de las teclas?

Si seguimos nuestro enfoque racional, pensaríamos que de alguna forma es la 'mejor' disposición de teclas: la disposición más cómoda para las manos, o que tiene en cuenta de alguna forma la frecuencia del uso de cada letra para favorecer un movimiento lo más rápido y natural de nuestros dedos, o que favorece el uso de la parte central, o que, por algún motivo mecánico, es la que menos desgasta el teclado y lo hace más duradero. Algo así, algo que indique que ese tipo de teclado es el 'mejor'.

Pues nada de eso. Más bien es casi el 'peor'.

Los 'martillitos'
Según descubro (no lo conocía hasta ahora) en el libro 'Strategic Management of Technological Innovation' de Melissa A. Schilling resulta que el teclado QUERTY fue diseñado en 1867, nada más y nada menos, por un tal Christopher Scholes. En esa época, las máquinas de escribir eran de naturaleza mecánica (los menos jóvenes de los lectores de este blog recordarán perfectamente cómo eran las máquinas de escribir mecánicas): el pulsar una tecla, activaba un pequeño 'martillito (había uno por cada tecla) que golpeaba en el papel dejando su huella de tinta. Un mecanismo fascinante e ingenioso pero que tenía cierta tendencia a atascarse cuando se pulsaban las teclas muy rápido. Además, en la época de Scholes, las máquinas de escribir estaban construidas de una forma en que se golpeaba la parte de atrás del papel y la persona que escribía no veía lo escrito hasta que no sacaba ya la hoja completa.

Así que Scholes diseñó el teclado para evitar atascos. Lo concibió de forma que las letras que normalmente van en sucesión (en Inglés, lógicamente) estuviesen lo más separadas posible en el teclado, minimizando la posibilidad de atascos. No sólo eso, es que además, las veces que se pulsa con la mano izquierda (siempre pensando en textos en Inglés) en un teclado QWERTY es desproporcionadamente más alta que las que se pulsan con la derecha, aproximadamente 10 veces más. Lo que conduce a ¡una ralentización del tecleo! Claro esa ralentización, de nuevo, favorecía la minimización de atascos.


Un diseño que, en la época que se hizo era estudiado, racional y muy ingenioso.


Pero... ¿y hoy día?


Los teclados de ordenadores y smartphones no son mecánicos. No hay atascos. Y, más bien, querríamos favorecer la velocidad, no ralentizar.


¿Por qué se sigue entonces manteniendo el teclado QWERTY?


Pues tan simple, y tan sorprendente cuando lo contemplamos con una perspectiva de más de un siglo, como debido a los costes del cambio. Estar entrenado para teclear rápido en un teclado, cuesta tiempo, bastante tiempo y, una vez conseguido, como sucede en tantos aprendizajes, se hace de forma automática. Cuando tus manos 'vuelan' sobre un teclado QWERTY, pensar en otra disposición de teclas 'te mata'. Puedo contar, como experiencia personal que mi navegador Tom Tom, que todavía tengo, tiene un teclado en orden alfabético y 'me cuesta horrores' teclear en él una dirección porque mis dedos buscan instintivamente, una y otra vez, la disposición QWERTY.


De hecho, tras QWERTY se han diseñado otros teclados objetivamente mucho mejores... que no han tenido éxito ninguno en el mercado.


Y esta es la historia del teclado QWERTY.


¿Qué nos enseña esto sobre innovación?


Bueno, el ejemplo lo trae a colación en su libro Meslisa Schilling como un ejemplo en que el ser el primero en innovar ('first-mover') trae consigo una ventaja competitiva sostenible (¡como que se ha sostenido siglo y medio!), No siempre es así, hay muchas situaciones en que ser el primero en innovar no es lo más ventajoso pero cuando existen altos costes para cambiar de proveedor o solución, puede ser muy ventajoso ser ese 'first-mover'.


QWERTY así lo acredita...


No hay comentarios:

Publicar un comentario