Hace no tantos años, la calidad tomó un fenomenal protagonismo en la agenda de la gestión empresarial. Impresionados por los éxitos de la industria japonesa, Estados Unidos y Europa giraron sus ojos hacia el orientey descubrieron cosas como los círculos de calidad o el Kanban, se redescubrió a Deming, se instituyó la certificación ISO 9000 y todo pareció culminar en el establecimiento de las teorías y prácticas Seis Sigma, la máxima calidad como objetivo y obsesión, una calidad establecida, normada, medida... encorsetada.
Pero esta idea de la calidad está hoy día fuertemente cuestionada, desafiada. En el mundo acelerado en que vivimos, es más importante la adaptación a ese cambio continuo, la velocidad de respuesta, la agilidad...que persegir el último sigma. No es que la calidad no sea importante...es que ha dejado de ser la reina de la estrategia competitiva. Se impone un enfoque más ágil y pragmático. Tal vez no necesitemos seis sigma sino tres sigma... si eso nos permite responder antes a los cambios en el mercado.
Seth Godin nos lo dice así de claro en su último libro, 'Tribus':
"La calidad no sólo no es necesaria para muchos productos, además, tampoco es deseable".
Y también: "La perfección es una ilusión".
No se refiere, por supuesto, a que la calidad no tenga su valor y que no sea necesaria en según qué casos, pero cómo tambien afirma este gurú:
"Cuanta más moda, menos necesaria es la calidad".
A lo mejor no hay que recurrir a los gurús del management. Para pragmatismo y sentido común nos basta nuestro refranero:
"Lo mejor es enemigo de lo bueno"
No es, en el fondo, que se cuestione la calidad, sino que se la pone en su justo punto, como parte de un todo que debe definir la mejor respuesta en un mercado competitivo.
sábado, 31 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario