Han pasado ya unos diez años, y quizá empecemos a tener alguna perspectiva.
Hace aproximadamente una década asistíamos estupefactos al auge espectacular de las denominadas puntocom, a revalorizaciones en bolsa imposibles, a operaciones corporativas que rozaban la locura, a cifras mareantes para acceder al negocio de internet móvil...
Era el reinado de las nuevas tecnologías y la nueva economía, la promesa de un mundo diferente, de unos negocios diferentes, de una vida diferente.
Pero las expectativas no se cumplieron, la revolución no llegó, las acciones se desplomaron, las compañías volvieron a la prudencia inversora, la burbujo pinchó...
¿Qué había pasado? ¿Es que Internet no tenía el potencial que se le atribuía? ¿Es que la nueva economía era una falacia?¿Es que el cambio no venía de la mano de las nuevas tecnologías?
Creo que no. Creo que se trató simplemente de una cuestion de 'timing'. De forma inocente o intencionada, visionaria o especulativa, se quiso creer que el nuevo mundo llegaría en apenas unos meses, que la revolución era inminente. Se pecó de ansiedad e impaciencia. Se crearon expectativas exageradas.
Diez años después muchas de las promesas de Internet y la nueva economía son ya una realidad... y otras están en camino...
Hoy día cualquier empresa de mediano tamaño dispone de una página en Internet; hoy Google nos permite acceder a la información de forma mucho más sencilla y rápida que cualquier enciclopedia o biblioteca; hoy Internet llega cada vez a más capas de población; hoy el comercio electrónico encuentra gran difusión en sectores como el ocio y el turismo; hoy las administraciones públicas introducen las tecnologías de la información en sus transacciones; hoy despega, por fin, la Internet móvil; hoy la forma de relacionarse las personas está cambiando radicalmente por mor de las redes sociales y demás herramientas de la Web 2.0; hoy los periódicos digitales son una alternativa más que real a los periódicos en papel y asistimos al despegue del libro electrónico; hoy son posibles las comunicaciones fijas y móviles sobre tecnología IP...
Y la revolución no ha acabado. El comercio electrónico tiene mucho que caminar para ser la solución dominante en las transacciones empresariales. Los modelos de negocio en Internet aún no están claros como demuestran debates muy recientes sobre la neutralidad de la red o los derechos de autor. Las redes fijas y móviles tienen que mejorar mucho en ancho de banda y fiabilidad para ser las autopistas de la información que todos deseamos y la creciente demanda multimedia reclama. Los terminales portables de todo tipo tienen mucho con que sorprendernos...
No es, pues, que Internet haya fallado, no es que la promesa fuese falsa. Simplemente, ha tardado en llegar más de lo que se anticipaba. Pero hoy día ya asistimos parcialmente al cumplimienbto de la promesa...y los próximos años seguro que aún nos han de deparar mucho más.
La promesa no era falsa, simplemente era una promesa diferida.
domingo, 14 de febrero de 2010
jueves, 4 de febrero de 2010
Falacias narrativas sobre el mercado de valores
Siempre me han llamado la atención las explicaciones, en mi opinión, simplistas, poco científicas y no probadas, que la prensa, incluso la prensa económica especializada, ofrece de las fluctuaciones diarias de la bolsa de valores, de la evolución de los indicadores económicos, utilizando como explicaciones, normalmente, sucesos geopolíticos o la publicación de otros indicadores macroeconómicos.
Resulta que ese fenómeno, esas explicaciones simplistas, tienen un nombre, falacia narrativa, y se lo ha adjudicado Nassim Nicholas Taleb en su más que célebre obra "El cisne negro". Así lo dice Taleb:
"Cada vez que se produce un movimiento en la bolsa, los medios de información se sienten obligados a dar la 'razón'".
Y nos propone un ejemplo acaecido en 2003 en que el mismo hecho, la captura de Saddam Hussein, se utilizó por la misma agencia, Bloomberg, para explicar, con poco más de dos horas de diferencia, tanto la caída como la subida de los Bonos del Tesoro de Estados Unidos en una variación intradía.
La falacia narrativa es un artificio que nos hace buscar una historia, una narración, que nos permita explicar unos hechos, que nos aporte causalidad y nos simplifique su comprensión. De nuevo en palabras de Taleb:
"La falacia narrativa se dirige a nuestra escasa capacidad de fijarnos en secuencias de hechos sin tejer una explicación, o, lo que es igual, sin forzar un vínculo lógico, una flecha de relación sobre ellos. Las explicaciones atan los hechos. Hacen que se puedan recordar mucho mejor; ayudan a que tengan más sentido. Donde esta propensión puede errar es cuando aumenta nuestra sensación de comprender."
Sin embargo, y quizá porque su propia profesión le lleva a exculpar a los analistas económicos, Taleb centra en otro colectivo, en el público, en todos nosotros, el origen del problema:
"El problema de la causalidad exagerada no está en el periodista sino en el público. Nadie pagaría un dólar por una serie de estadísticas empíricas... Queremos que nos cuenten historias".
Así que sí, las noticias con explicaciones sobre las fluctuaciones en el mercado de valores suelen ser falacias narrativas, suelen ofrecer historias y una falsa sensación de causalidad. Sin embargo, esas falacias hacen las noticias más digeribles, más interesantes...aunque no necesariamente más ciertas.
Resulta que ese fenómeno, esas explicaciones simplistas, tienen un nombre, falacia narrativa, y se lo ha adjudicado Nassim Nicholas Taleb en su más que célebre obra "El cisne negro". Así lo dice Taleb:
"Cada vez que se produce un movimiento en la bolsa, los medios de información se sienten obligados a dar la 'razón'".
Y nos propone un ejemplo acaecido en 2003 en que el mismo hecho, la captura de Saddam Hussein, se utilizó por la misma agencia, Bloomberg, para explicar, con poco más de dos horas de diferencia, tanto la caída como la subida de los Bonos del Tesoro de Estados Unidos en una variación intradía.
La falacia narrativa es un artificio que nos hace buscar una historia, una narración, que nos permita explicar unos hechos, que nos aporte causalidad y nos simplifique su comprensión. De nuevo en palabras de Taleb:
"La falacia narrativa se dirige a nuestra escasa capacidad de fijarnos en secuencias de hechos sin tejer una explicación, o, lo que es igual, sin forzar un vínculo lógico, una flecha de relación sobre ellos. Las explicaciones atan los hechos. Hacen que se puedan recordar mucho mejor; ayudan a que tengan más sentido. Donde esta propensión puede errar es cuando aumenta nuestra sensación de comprender."
Sin embargo, y quizá porque su propia profesión le lleva a exculpar a los analistas económicos, Taleb centra en otro colectivo, en el público, en todos nosotros, el origen del problema:
"El problema de la causalidad exagerada no está en el periodista sino en el público. Nadie pagaría un dólar por una serie de estadísticas empíricas... Queremos que nos cuenten historias".
Así que sí, las noticias con explicaciones sobre las fluctuaciones en el mercado de valores suelen ser falacias narrativas, suelen ofrecer historias y una falsa sensación de causalidad. Sin embargo, esas falacias hacen las noticias más digeribles, más interesantes...aunque no necesariamente más ciertas.
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martes, 2 de febrero de 2010
iMarketing
Apple lo ha vuelto a hacer.
No me refiero exclusivamente al lanzamiento de un nuevo producto, el iPad, aunque algo tiene que ver.
Tampoco me refiero exclusivamente a que este producto sea de un diseño y un atractivo más que notables, aunque supongo que también tiene algo que ver.
Ni siquiera me refiero exclusivamente al hecho de que el iPad pueda revolucionar y redefinir dos segmentos en plena eefervescencia del mercado tecnológico como son el de los tabletPC/laptop o el de los e-books.
A lo que me refiero, realmente, es a que Apple ha logrado, de nuevo, tener pendiente a todo el sector tecnológico, a toda la prensa especializada y no especializada, y a toda la blogosfera, del lanzamiento de uno de sus productos... Para conseguir luego, que esta misma prensa y esta misma blogosfera, se hagan eco de ese lanzamiento y ese producto, transmitan sus características, repitan el discurso de Steve Jobs, comenten el efecto en el mercado, analicen la tendencia que este producto supone... constituyéndose todo ello en un mecanismo amplificador de la propia comunicación de Apple y en un arma de promoción de primerísimo orden.
¿Cómo consigue Apple esta notoriedad? ¿Por qué los lanzamientos de Apple superan en expectación a los de cualquier otra compañía tecnológica y no tecnológica?
Tal vez se deba a la personalidad arrolladora de su líder, Steve Jobs. Sin embargo, el sector tecnológico, la propia competencia de Apple, no están faltos precisamente de líderes carismáticos. Debe de haber algo más.
Algo tendrá que ver, también, la excelente calidad y diseño de sus productos, pero es difícil pensar que, aunque la calidad de los productos Apple sea innegable, se trate de la única compañía capaz de alcanzar esa excelencia.
Quizá sea debido a la continua innovación que Apple supone, no sólo desde un punto de vista tecnológico, que también, sino, sobre todo, por la introducción de nuevos conceptos, nuevas ideas, la continua redefinición de mercados. Lo hizo con el iPod, con el concepto de las Apple stores, hasta cierto punto también con el iPhone y quién sabe si lo logrará de nuevo con el iPad. Y en este sentido sí que es cierto que pocas compañías se le pueden comparar.
Mucho tendrá que ver la puesta en escena, el secretismo con ligeras filtraciones, seguramente intencionadas, que rodea al lanzamiento de sus productos y la brillantez de las presentaciones.
Y también será importante el sentido de comunidad, el haber logrado formar una tribu, en el sentido que le atribuye Seth Godin al término, un conjunto de auténticos fans, una legión de admiradores y seguidores, pendientes del último movimiento de su líder.
Probablemente no sea una sola razón, sino todo un ecosistema, todo un conjunto de motivos interrelacionados entre los que creo haber mencionado los cinco más relevantes: líder carismático, calidad y diseño, innovación contínua, puesta en escena y comunidad.
Sea lo que sea, lo cierto es que Apple ha conseguido un mecanismo único y potente de promoción de sus productos, una nueva forma poderosa y diferencial de hacer marketing, forma a la que, por seguir la estrategia de marca de la compañía de la manzana, bien podríamos denominar iMarketing.
No me refiero exclusivamente al lanzamiento de un nuevo producto, el iPad, aunque algo tiene que ver.
Tampoco me refiero exclusivamente a que este producto sea de un diseño y un atractivo más que notables, aunque supongo que también tiene algo que ver.
Ni siquiera me refiero exclusivamente al hecho de que el iPad pueda revolucionar y redefinir dos segmentos en plena eefervescencia del mercado tecnológico como son el de los tabletPC/laptop o el de los e-books.
A lo que me refiero, realmente, es a que Apple ha logrado, de nuevo, tener pendiente a todo el sector tecnológico, a toda la prensa especializada y no especializada, y a toda la blogosfera, del lanzamiento de uno de sus productos... Para conseguir luego, que esta misma prensa y esta misma blogosfera, se hagan eco de ese lanzamiento y ese producto, transmitan sus características, repitan el discurso de Steve Jobs, comenten el efecto en el mercado, analicen la tendencia que este producto supone... constituyéndose todo ello en un mecanismo amplificador de la propia comunicación de Apple y en un arma de promoción de primerísimo orden.
¿Cómo consigue Apple esta notoriedad? ¿Por qué los lanzamientos de Apple superan en expectación a los de cualquier otra compañía tecnológica y no tecnológica?
Tal vez se deba a la personalidad arrolladora de su líder, Steve Jobs. Sin embargo, el sector tecnológico, la propia competencia de Apple, no están faltos precisamente de líderes carismáticos. Debe de haber algo más.
Algo tendrá que ver, también, la excelente calidad y diseño de sus productos, pero es difícil pensar que, aunque la calidad de los productos Apple sea innegable, se trate de la única compañía capaz de alcanzar esa excelencia.
Quizá sea debido a la continua innovación que Apple supone, no sólo desde un punto de vista tecnológico, que también, sino, sobre todo, por la introducción de nuevos conceptos, nuevas ideas, la continua redefinición de mercados. Lo hizo con el iPod, con el concepto de las Apple stores, hasta cierto punto también con el iPhone y quién sabe si lo logrará de nuevo con el iPad. Y en este sentido sí que es cierto que pocas compañías se le pueden comparar.
Mucho tendrá que ver la puesta en escena, el secretismo con ligeras filtraciones, seguramente intencionadas, que rodea al lanzamiento de sus productos y la brillantez de las presentaciones.
Y también será importante el sentido de comunidad, el haber logrado formar una tribu, en el sentido que le atribuye Seth Godin al término, un conjunto de auténticos fans, una legión de admiradores y seguidores, pendientes del último movimiento de su líder.
Probablemente no sea una sola razón, sino todo un ecosistema, todo un conjunto de motivos interrelacionados entre los que creo haber mencionado los cinco más relevantes: líder carismático, calidad y diseño, innovación contínua, puesta en escena y comunidad.
Sea lo que sea, lo cierto es que Apple ha conseguido un mecanismo único y potente de promoción de sus productos, una nueva forma poderosa y diferencial de hacer marketing, forma a la que, por seguir la estrategia de marca de la compañía de la manzana, bien podríamos denominar iMarketing.
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