La naturaleza de la política: la administración
Hace un par de semanas publicaba en mi podcast 'Divergencias' un episodio que titulaba "Management y política" y que tiene mucho que ver con lo que ahora desarrollo de manera más enfocada en este post.
Una de las cosas que allí apunto es la que creo las dos dinámicas dominantes de la política.
La primera dinámica, la que resulta mucho más visible y que en realidad es mucho más superficial y menos valiosa, es la que tiene que ver de alguna forma con la comunicación política. Se trata de todas las acciones que realizan líderes y partidos para exponer sus posiciones, para criticar las del contrario y, en definitiva, para intentar ser relevantes y ganarse la voluntad y en último término el voto de los ciudadanos. Declaraciones, apariciones en medios, mítines, manifestaciones, etc forman parte de esta faceta de la política.
La segunda dinámica, la realmente importante, y mucho menos visible por desgracia, es la administración y la gestión, es la que tiene lugar cuando se ejerce el gobierno, cuando se está al frente de un gobierno central, de un ministerio, de una comunidad autónoma, de una consejería, de un ayuntamiento, etc.
Podría decirse que hay una tercera dinámica, que es la legislativa, pero en esa no voy a profundizar y la asimilaré, aunque de forma bastante simplificada y quizá burda, a la segunda.
En cualquier caso, y aunque la administración pública tiene algunas particularidades, cuando entramos en gestión (en 'management' como decía en mi podcast) entran en juego cuestiones como presupuestos, equipos, plazos, resultados, retornos, etc. Y pasan a ser importantes, o deberían pasar a ser importantes, la eficacia (conseguir objetivos) y la eficiencia (optimizando el uso de recursos que para ello se emplean).
En mi podcast apostaba por que, en esa labor de gestión, se adoptasen los enfoques que son comunes en las empresas. Reconociendo, como decía antes, que la administración pública tiene elementos diferenciales y que, por ejemplo, los retornos que se esperan para una inversión con frecuencia no son económicos, creo que la mayor parte de las herramientas y técnicas de gestión empresarial pueden y deberían aplicarse en el ámbito público.
Gestión científica
Y esta gestión empresarial me lleva a lo que, quizá de una forma algo grandilocuente y no del todo exacta, estoy denominando una gestión científica.
Lo que quiero decir con ello es la aplicación de metodologías, técnicas e incluso tecnologías que hacen que la gestión se base en hechos y datos, que mida resultados, que monitorice progresos y que apoye las decisiones en esos datos, en estudios o modelos contrastados, y no en la mera intuición o la voluntad 'política'.
Que sea, en definitiva, una gestión objetiva, fundamentada, eficaz y eficiente... y mucho menos (cuanto menos mejor) 'ideológica'.
Técnicas, metodologías y tecnologías
En esa gestión científica, existen muchas técnicas. Así, por ejemplo, está ampliamente definido, usado y documentado el uso de técnicas para valoración de proyectos de inversión y para el filtrado, selección y priorización de proyectos.
Existe también, por ejemplo, una disciplina bien desarrollada para la dirección de proyectos de cualquier naturaleza y que incluye, aparte del control de plazos y presupuestos, aspectos relevantes como la gestión de riesgos.
Y existe una disciplina bien desarrollada de análisis y optimización de procesos de negocio y una amplísima oferta de tecnologías de digitalización y automatización para disponer de una administración muchísimo más moderna y, de nuevo, más eficaz y eficiente.
Modelos
Entre las herramientas para una gestión científica se encuentran los modelos, de los que próximamente también hablaré en mi podcast 'Divergencias'
Los modelos son abstracciones de la realidad, unas abstracciones que, por fuerza, acaban siendo simplificaciones, pero que ayudan a explicar esa realidad y, sobre todo, a hacer predicciones razonables sobre la misma.
A algunos de estos modelos, sobre todo físicos o químicos, se ha llegado por experimentación, reflexión y, en ocasiones, deducción matemática. Un ejemplo que muchos habremos estudiado en la época escolar son los sucesivos modelos del átomo que se generaron desde la época de los griegos hasta todavía la época actual en que se siguen descubriendo o deduciendo nuevas partículas subatómicas. O los modelos que explican y dan forma matemática a la gravedad y que comienza por Newton y se revisan por parte de la teoría relativista. O, en la misma línea de la física, los modelos del universo.
En muchos campos, un modelo acaba teniendo unas variables de entrada y unas variables de salida y lo que, de alguna forma ofrece el modelo, es la relación entre esas variables de entrada y las de salida. Y una vez el modelo se encuentra bien desarrollado y probado, es capaz de hacer predicciones y decir, con razonable seguridad y exactitud qué valores de salida tendremos antes unas entradas concretas.
Econometría
En el campo de la economía, uno de los ámbitos fundamentales de trabajo de la política en su vertiente de gestión existe, de hecho, y desde hace muchos años, la disciplina de la econometría que crea modelos matemáticos y estadísticos para fenómenos económicos.
Y una disciplina que, lógicamente, en los últimos años ha incorporado los modelos de 'machine learning'.
Y con base en esos modelos econométricos, se analizan fenómenos que tiene que ver con precios, inflación y cosas así.
El uso de machine learning: modelos y gestión
Y es que, en efecto, los modelos dominantes hoy en día en muchísimas disciplinas son los modelos procedentes del campo del machine learning.
Estos modelos aportan algunas grandes ventajas.
Así, por ejemplo, son modelos que permiten tratar fenómenos y obtener capacidad predictiva para fenómenos que no comprendemos completamente. A diferencia de los modelos físicos o químicos tradicionales, que suponían un razonable entendimiento del fenómeno y unas hipótesis sobre el 'funcionamiento del mundo', los modelos de machine learning no ponen como condición entender el fenómeno, sólo conocer las variables de entrada y salida relevantes... y el convencimiento de que existe correlación (y quizá causalidad) entre ellas.
Otra ventaja es que se apoyan en datos (muchos datos en realidad) y eso, aunque con la dificultad de obtener y limpiar los datos, y con los riesgos de sesgos, aporta objetividad.
Finalmente, añadiría que, dado el gran progreso tecnológico, dada la gran capacidad de computación disponible, y dado el potente ecosistema de herramientas, cada vez son más sencillos de crear y utilizar, y se encuentran al alcance de cualquier organización, y no digo ya modelos generalistas (como el modelo del átomo) sino modelos específicos, para temas específicos y en organizaciones específicas.
El debate frente a la ciencia
Y si ahora retornamos de nuevo a la política en su faceta de gestión, veo un campo tan potente y tan fructífero si se aplicasen estos modelos a la gestión...
¿Por qué no generamos modelos para los fenómenos más importantes y decidimos con base en datos en lugar de elegir opciones con base en posicionamiento ideológicos, en 'relatos', en conveniencias, en prejuicios o en intuiciones?
Por ejemplo, hace poco se ha subido el salario mínimo en España. Y surgió el debate de si eso impacta o no en el empleo. ¿Qué tal, si en lugar de 'discutirlo', intentamos hacer un modelo que lo muestre, casi que lo demuestre en el sentido que sea?
Respecto al tema de impuestos, otro tema 'calentito': ¿Subirlos o bajarlos? ¿Qué tal si, en lugar de 'tirarnos los trastos' y encendernos en debates, modelamos el efecto de los impuestos en temas como la recaudación del estado, el impacto en el consumo o incluso el PIB?
Y no todo tiene que ser económico. ¿Por qué no modelamos, por ejemplo, si el endurecimiento de las penas para un delito, influye o no en que se cometa menos ese delito? O ¿por qué no estudiamos si, por ejemplo, los impactos publicitarios advirtiendo de los peligros del tabaco contribuyen o no a que disminuya su consumo (aviso que sobre este último punto hace poco leí un libro que venía a decir que era contraproducente avisar mucho de los peligros del tabaco)?
También se trabaja y es un gran campo en temas como salud pública y epidemiología, o en la predicción de terremotos.
Y así podríamos seguir con todos los fenómenos más o menos complejos que normalmente se discuten y gestionan desde la mera ideología, no desde los datos y la ciencia.
Para ser rigurosos, hay que avisar que no todo es modelable. Puede haber fenómenos para los que no tengamos, por ejemplo, datos suficientes, o con la calidad suficiente, o acceso a los mismos. A lo mejor, para algunos de los casos que he puesto como ejemplo no somos capaces de hacer un modelo. Y a lo mejor hay fenómenos en que todavía 'estamos tan verdes' en su comprensión, que primero hay que estudiar cuáles son las variables relevantes.
Pero creo que se entiende la idea y, sobre todo, más allá de casos concretos, como práctica generalizada, creo que el uso de modelos, especialmente de modelos de machine learning (sin excluir otras técnicas y disciplinas que citaba al principio) daría un enorme giro en la gestión de lo público, un giro hacia la objetividad, la eficacia y la eficiencia... y de paso, mucha menos polarización.
Y eso nos llevaría a una política, con mucha menos ideología, mucho menos debate estéril y sin fundamento, y a cambio a una gestión de los asuntos públicos mucho más rigurosa y voy a decir que más científica.
El deseo y la fantasía
Y esa es mi propuesta y mi deseo, casi mi carta a los Reyes Magos.
No tengo ninguna queja respecto a cómo se han comportado los Reyes Magos conmigo a lo largo de los años...pero en esta ocasión, creo que este deseo me lo van a traer ni este año, ni el que viene, ni el siguiente...y puede que nunca.
No tengo datos, pero estoy convencido de que están desarrollados o en análisis muchos modelos del tipo de los que he propuesto. No tengo dudas de que en el ámbito científico y universitario se ha trabajado, se trabaja y se trabajará en este tipo de modelos. Seguro que hay muchos publicados.
Y seguro que en el ámbito privado se están implantando e implantarán muchos modelos, aunque seguramente dedicados a temas más de negocio como predicciones de ventas, de necesidades de materiales, de análisis de acciones de marketing y atribución de ventas o mantenimiento predictivo.
Lo que no veo es su uso generalizado en la administración, aunque no excluyo 'pilotitos', demostradores o pequeñas experiencias.
Lo que, por desgracia, no confío en ver, es su uso generalizado y, sobre todo, el paso de una gestión como la actual, que creo más basada en ideología, discursos, conveniencias, intuiciones y prejuicios, a una gestión objetiva, basada en datos (y modelos), rigurosa y 'científica'.
Para conseguirlo, se precisaría un profundo cambio cultural y, además, una voluntad, unos conocimientos y unas competencias de las que creo que carecen, de forma muy generalizada, los líderes políticos y gestores públicos actuales.
Así que, ojalá me equivoque, pero esa política científica es, creo, sólo un deseo y una fantasía.
Conclusiones
En el acervo de metodologías, técnicas y tecnologías actuales, existen muchas que serían aplicables en la gestión de los asuntos públicos, en lo que considero la faceta más importante del ejercicio político.
Dentro de las tecnologías, es particularmente prometedor el uso de modelos de machine learning para modelar fenómenos complejos sobre los que luego hay que tomar decisiones de gestión.
Sin embargo, personalmente, veo esa gestión rigurosa, científica y apoyada en datos y modelos, tremendamente deseable, pero siendo prácticos, sólo como un deseo y una fantasía.
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