viernes, 12 de diciembre de 2025

Inteligencia artificial, capacidades y las tres olas hacia el desempleo

Mucho se discute sobre si la digitalización en general, y la automatización de tareas cognitivas por parte de la inteligencia artificial en particular, tendrán o no un impacto estructural neto en el empleo o no, es decir, si crearán o no un desempleo estructural, masivo e inevitable.


Inteligencia artificial y empleo neto


Lo cierto es que, como suelo contar en cursos y charlas, hay posiciones, o más bien opiniones, encontradas. Hay informes emitidos por entidades reputadas como el World Economic Forum o McKinsey que presentan visiones diferentes.

Unos piensan que sí, que con las tecnologías digitales en general, y la inteligencia artificial en particular, se automatizarán tantas y tantas tareas que, simplemente, no se necesitará trabajo, trabajo humano me refiero, en cantidad suficiente como para dar empleo a la población en edad de trabajar.

Otros piensan que, aunque se producirá la destrucción de ciertos empleos, puede que muchos empleos, también se crearán necesidades nuevas, y empleos nuevos, y que el balance neto será positivo. Este segundo grupo se apoya en el hecho de que, en el pasado, así ha sucedido con otras revoluciones tecnológicas.

De manera muy breve, mi opinión es que, simplemente, no sabemos lo que va a ocurrir, pero de lo que no cabe duda es que algunos empleos se destruirán y algunos se crearán, y que habrá ganadores y perdedores, a nivel tanto de empresas como de personas, por lo que debemos estar muy atentos, monitorizando de manera continua y actuando.

En el libro 'The singularity is nearer' de Ray Kurzweil, cuya lectura finalicé no hace mucho, se menciona un planteamiento que, más allá de que pueda estar de acuerdo o no, me ha parecido interesante.

Este planteamiento se debe a personas como Erik Brynjolfsson, citado por Kurzweil, quienes piensan que esta revolución tecnológica es diferente a todas las anteriores y que tendrá un efecto neto de destrucción de empleo.


Formación y capacidades ante una revolución tecnológica


Ante una revolución tecnológica, desde un punto de vista laboral, de empleabilidad o de gestión del talento, una de las razonables y casi inevitables opciones en la formación, formación en conocimiento o habilidades, las famosas 'skills', que nos permitan adaptarnos para usar las nuevas tecnologías o procesos, o para adquirir capacidades nuevas valiosas cuando las que a lo mejor teníamos han dejado de ser necesarias o de estar valoradas.

Y, más allá de las innegables incertidumbres, o quizá por ellas mismas, mi actitud personal, y mi consejo para cualquier profesional, es estar muy atento y adaptarse y formarse de manera continua.


Las tres olas


Bueno, el caso es que el planteamiento, bastante pesimista hay que decirlo, pero que me ha parecido interesante, es la idea de las tres olas, tres olas que recogen el impacto de las tecnologías en las capacidades y en el tipo de empleo demandado.

Y las tres olas que se mencionan, son;


  • 'deskilling': En esta ola, las tecnologías producen una simplificación de las tareas, requiriendo menos conocimientos y habilidades humanas. En el libro se menciona cómo para llevar un carro de caballos se necesitaban muchas más capacidades que para conducir un automóvil, que sería la tecnología sustitutiva. Con la introducción de automóviles, En conjunto, la sociedad es más eficiente y productiva, pero tiende a llevar a empleos menos cualificados y peor pagados.

  • 'upskilling': Opera justo en sentido contrario y, según el autor, tiende a seguir a la ola anterior. En este caso, y siguiendo con el caso de la conducción, se nos indica cómo el uso de sistemas de navegación implica aprender a manejar unas tecnologías electrónica antes no existentes y demandando nuevas capacidades. La consecuencia para el empleo es que, si, se crean empleos más cualificados y mejor pagados... pero en menor cantidad.

  • 'nonskilling': Esta es la ola final, y la más temible. En este caso es que, simplemente, no se necesitan capacidades humanas. El ejemplo que se propone, para rematar el caso de la conducción, es el de los vehículos autónomos. La tecnología, pues, es capaz de asumir completamente la tarea. Y lo que se argumenta es que la inteligencia artificial tiene una capacidad no vista hasta ahora para sacar a los humanos de la ecuación. Sí que se nos hace la advertencia de que tarea no es lo mismo que profesión por lo que, en algunos casos, la asunción completa de tareas por una tecnología como la inteligencia artificial, lo que llevaría es más bien a, manteniendo la profesión, pivotar el foco de ésta hacia otras tareas, unas tareas que, en general, serán más cualificadas y retornando en cierto modo hacia el 'upskilling'.

En cualquier caso, no parece ser una visión muy optimista de cara al empleo futuro.


Conclusiones


Sigo pensando que, en el fondo, nadie sabe si las tecnologías digitales, y muy especialmente la inteligencia artificial, producirán un desempleo masivo y estructural, pero el peligro, sobre todo si se considera a nivel individual o de empresa, es real.

Por tanto, renuevo mi apuesta de monitorizar constantemente el panorama tecnológico y laboral, para detectar y entender las tendencias y cómo nos afectan o nos pueden afectar, y un reforzamiento de capacidades y habilidades que nos permitan adaptarnos y seguir siendo valiosos en el mundo laboral, un esfuerzo que, además, no podemos delegar en nuestra empresa o en el estado: somos los interesados en primera persona en nuestra capacitación y nuestra empleabilidad.

Asumamos, pues, el timón de nuestra carrera profesional, quizá amenazada, y tomemos decisiones y acciones responsables.


domingo, 7 de diciembre de 2025

Veinte años en Internet: la experiencia y las perspectivas

En este puente de la constitución, en concreto ayer Sábado 6 de Diciembre, se cumple un aniversario un poco particular: el de mi presencia en Internet. Y, en concreto, en esta ocasión se cumplen 20 años desde mi primera aparición en Internet. Por aparición me refiero no como usuario, navegando, que ya había tenido lugar un tiempo antes, sino publicando. creando contenidos. 

Esta onomástica la recuerdo desde hace mucho, con un post anual en un blog, 'La vida de color azul' que, en su momento, fuera mi primer blog y que hoy en día, y desde hace mucho, registra una muy baja, que no nula, actividad. Y, en efecto, ayer publiqué el post anual correspondiente con el lacónico título 'Veinte años en Internet'. En ese post, y como suelo hacer, hago un recordatorio tanto de mis primeros días en Internet como del camino seguido hasta la actualidad y alguna breve perspectiva de futuro.

Pero este año he querido hacer algo más... y ese algo más es este post publicado en 'Blue Chip', el que hoy en día es, con diferencia, mi blog principal. Y he querido hacerlo, en parte por tratarse de un número redondo (y no menor), pero en parte también para compartir alguna valoración ante lo que puede ser una especie de crisis múltiple que afecta a Internet y, especialmente a redes sociales y publicación de contenido. 


Un poco de historia


Antes una breve historia, la historia de cómo inicié mi presencia en Internet. La cosa fue como sigue: allá por 2005 contraté a la que entonces era mi empresa, Telefónica, el servicio ADSL. Como parte de los beneficios del servicio, te ofrecían la posibilidad de usar correos en el dominio telefonica.net y, además, y esto es lo más relevante, te daban alojamiento gratuito para tener una página, bien es cierto que sin dominio propio y con una URL un poco estrambótica.

Y yo, que era tecnólogo, que hacía unos años había sido desarrollador, que había hecho 'algunos pinitos' con HTML me dije ¿Cómo no voy a tener yo una página en Internet? Y, dicho y hecho, me leí algún libro de HTML y de JavasScript para repasar algún concepto y para tener una especie de manual de referencia, y me puse a ello  

Aprovechando el largo puente de Diciembre, el 6 de Diciembre de 2005 probé la publicación y navegación y coloqué el típico mensaje 'página en construcción'. Dos días después, el 8 de Diciembre, publiqué la primera versión completa de la página. 

Y este hecho, la publicación, primero de la página en construcción, y luego ya de una versión completa (aunque modesta) de mi primera página personal es lo que conmemoro todos los años en este puente.

Voy a repasar un poco los diferentes elementos de mi presencia en Internet y lo que significan o han significado.


La página personal


Lo primero que creé fue esa página, bajo el concepto, que hoy en día no se utiliza mucho, de página personal. Por motivos que no me voy a detener a explicar, llamé a esa página 'Mundo Azul'. Su formato original, en el alojamiento de Telefónica, ya no está disponible y me da mucha pena y mucha nostalgia recordar cómo era en su formato original. Y también nostalgia de esa época. Entonces las páginas personales se hacían de manera bastante artesanal y recopilabas aquí y allá elementos que la pudieran enriquecer y que veías en las páginas de otros: el contador de visitas, el libro de firmas (algo completamente perdido hoy en día), los foros, etc.

Aunque la página original está perdida (bueno, almacenada en mis discos duros) mantengo una versión remozada, aunque de aspecto actual muy 'vintage',  bajo el alojamiento de mi página oficial actual. Esta página personal, este 'Mundo Azul', lo mantengo vivo, fundamentalmente con reseñas de libros, pero realmente no lo promociono, apenas cuido su SEO y apenas tengo visitas. Irónicamente me digo para mi que, casi, casi, está en la 'dark web'.

La que es importante actualmente es mi página oficial ignaciogavilan.com, que sí que la mantengo muy viva (aunque quizá el contenido estático debería ir pensando en revisarlo), sirve de alojamiento a mi blog principal, Blue Chip, enlazo con mis otros canales y uso su dominio también como paraguas para otros blogs y para mi correo profesional.


Blogs


Parte para mi fundamental de mi presencia en Internet son los blogs. Empecé, como casi tantas cosas de mi presencia en Internet, sólo por 'cotillear', por explorar a ver qué era eso de lo que tanto oía hablar, y como por decir 'cómo no voy a tener yo...', en este caso, un blog.

Y, en efecto, en Junio de 2006 cree mi primer blog, en la plataforma Blogger de Google. En su momento simplemente hablaba del 'Blog de Mundo Azul', porque lo consideraba como una mera extensión de mi página personal. Años después lo rebautizaría con su nombre actual 'La vida de color azul', aunque conservando el subtítulo de 'El blog de Mundo Azul'. Hubo una época en que publicaba bastante en él, y contenidos muy heterogéneos, que incluían literatura, deportes, tecnología, en fin, cualquier cosa de mi interés y de lo que me apeteciese publicar algo. Hoy en día, sin embargo, absorbidos sus contenidos principales en otros blogs o medios, sobrevive con sólo dos posts anuales  'obligatorios', el del aniversario de la presencia en Internet y la editorial navideña y, muy de vez en cuando, algún otro tema.

En Octubre de 2008 lancé 'El cielo del gavilán', dedicado a literatura y humanidades (sobre todo literatura). En sus primeros años era un blog más profundo y reflexivo, ahondando en elementos de teoría literaria o de otros ámbitos de las humanidades. Pero esa línea, que me gustaba mucho, sería muy difícil de mantener hoy en día en que tengo puesta mi mente en otras cosas. Así que en los últimos años se centra en algo que al principio me resistía a hacer: reseñas de libros. Unas reseñas muy sencillitas, no muy profundas ni de gran calidad, pero con alguna perspectiva u opinión sobre los libros que he leído del ámbito de la ficción y el ensayo (no profesional).

Y, en Enero de 2009 lancé lo que, desde entonces, es uno de mis buques insignia de mi presencia en Internet: el blog 'Blue Chip', de carácter fundamentalmente profesional centrado en tecnología y su impacto en los negocios, la economía y la sociedad. Un blog muy vivo, del que, sinceramente, me siento muy orgulloso y que, incluyendo este post, recoge ya 2.349 posts, algo que, en un mundo tan poco constante y tan dado al cambio y a lo efímero como es el actual, creo que es un récord que pocos blogs, y mucho menos blogs personales, pueden igualar.

También he colaborado el blogs externos. Quiero destacar muy especialmente, por lo especial de la iniciativa, y por la cantidad (y en mi opinión calidad) de los artículos que aporté, la colaboración con el blog 'A un Clic de las TIC' de Telefónica Empresas. Un blog muy especial, centrado en tecnología y tendencias y  en que, de forma totalmente voluntaria y desinteresada, escribíamos empleados de Telefónica. Y debo decir que la calidad de los contenidos era muy alta. Un blog ya desaparecido, por desgracia, pero del que creo que todos los que participamos guardamos un gran recuerdo. No en vano, hace muy poco he anunciado la publicación del libro 'De la EGB a la IA' un libro coral escrito por trece autores a los que el principal nexo que nos une es, precisamente, la participación como contribuyentes en 'A un Clic de las TIC'.  

Para mí que me encanta escribir, que valoro tanto el conocimiento, y que me gusta tanto la comunicación, un blog es una herramienta especial: una herramienta que concentra redacción, mensaje, conocimiento, que por las características del proceso de escritura, te ayuda a consolidar conocimientos y construir mensajes y que, además, es una poderosa arma de marca personal.

Es quizá uno de los medios más exigentes pero, en parte también por ello, de los más satisfactorios para mi.


Redes sociales


Con las redes sociales comencé también tanteando, muy especialmente en el caso de Twitter. La verdad es que, lo que es estar dado de alta, estoy como usuario prácticamente en todas las que han tenido o tienen alguna notoriedad. Pero no en todas estoy activo, y en las que lo estoy, es con variable intensidad. Redes que he probado, en las que estoy dado de alta pero que realmente no trabajo hoy en día, son Pinterest, Twitch o Tik-Tok.

De las que estoy activo, para mi la principal, con diferencia, es LinkedIn, lugar donde aparte de mantener una extensa y creciente red de contactos, publico los contenidos de carácter profesional más relevantes de mis otros canales (blog Blue Chip, Canal YouTube, podcasts, etc).

Con menor intensidad, mantengo una fan page de carácter profesional en Facebook así como un perfil personal que intento circunscribir realmente a lo personal. Sin exhibir una actividad muy fuerte, cada vez estoy más activo en instagram, con un perfil realmente un poco ecléctico que mezcla lo profesional y lo personal y que, quizá por lo de la parte personal, no estoy promocionando en exceso.


Microblogging


En Twitter también entré simplemente por curiosear, por ver cómo se sentía el tuitear o seguir tuits, pero no pensaba que me iba a encajar mucho. Sin embargo, al final sí que me enganchó, y no sólo me enganchó, sino que le vi la utilidad práctica como forma de enterarse rápidamente de noticias (al menos el titular), de detectar fácilmente tendencias y, por mi parte, de promocionar contenidos. Aunque últimamente ha decrecido un poco mi participación, sobre todo por falta de tiempo y, en menor medida, por las polémicas y dinámicas que rodean a esta red desde que fue adquirida por Elon Musk, sigo considerándolo un medio diferente, especial y valioso.

He experimentado también por Blue Sky, por comprobar en qué consistía y, como preparación ante una eventual migración masiva a esa red de los usuarios de la ahora llamada X, una migración masiva que, realmente, no se ha producido. Aún así, me mantengo en esta red que hace un poco de espejo de lo que publico en X.


Video


También hace ya bastante, y no sin cierta reserva, abrí un canal YouTube que, 'tacita a tacita' va creciendo en contenidos y seguidores. En él incluyo vídeos que forman parte de otros canales (como el video-podcast 'Divergencias') o iniciativas como 'The Robot Notes' con contenidos sobre robots, la serie 'Los libros y yo' o relacionado con mis libros como las 'píldoras robóticas' relacionadas con mi libro 'Robots en la sombra'. Pero también publico algún vídeo específico, con frecuencia relacionado con cursos o charlas que imparto. Es trabajoso y creo que debería mejorar en producción de vídeo, pero es un canal que me gusta mucho.


Los podcasts


Al tema de los podcasts puedo decir que, en cierto modo, he sido impulsado desde fuera. Muy especialmente, mi amiga Virginia Cabrera me lio para participar de forma permanente en el podcast 'Caminos de knowmad', centrado en el mundo de los trabajadores del conocimiento, los freelance y, sobre todo, en historias de reinvención personal y profesional, con frecuencia ligadas al paso desde un entorno corporativo a uno trabajo por cuenta propia. Este podcast lleva ya en el aire más de tres años, que tampoco es poca cosa.

Algo después, otro de los componentes de 'Caminos de knowmad' y muy amante de los podcasts, Alex de Fuenmayor, me invitó a participar, también de manera permanente, en el podcast 'Código abierto', muy centrado en tecnología, innovación y tendencias y que comenzó su andadura, en Marzo de 2024.

Y poco después, tras lo positivo de la experiencia con podcast, y con la confianza de saber ya cómo se producían, me lancé hace como año y medio, en Abril de 2024, a abrir mi propio podcast, 'Divergencias' de episodios cortitos (digamos que de media quince minutos) sobre temas diversos y un poco divergentes de mi 'línea editorial' habitual (de ahí el nombre del podcast).


Marca personal y vocación


Para mi, y en eso no creo haber sido original, la presencia de internet, más allá de la satisfacción de la curiosidad, de la exploración, de estar al día, de la información, del entretenimiento, supone dos cosas: realización de una vocación y marca personal-

Realización de una vocación porque en Internet, en el hecho de crear y publicar contenidos, realizo algunas de las cosas que más me gustan como es profundizar en conocimiento de todo tipo, escribir y, en general, comunicar.

Y marca personal porque la presencia en Internet, cuando es de una cierta calidad, es un elemento de promoción personal y profesional. Aunque nunca he conseguido números espectaculares de seguidores, aunque nunca he conseguido convertirme en un auténtico 'influencer' (cosa que creo que me hubiera gustado)  sí que existe una comunidad no menor que me sigue y noto, de forma tangible que, en efecto, mi presencia, lo que publico y la actividad a que me dedico, es conocida por un círculo, quizá no inmenso, pero de cierto tamaño y, además, bastante selecto en cuanto perfil y calidad.


La crisis de los blogs


Pero este mundo de Internet, este mundo de los contenidos, parece estar en crisis en varios aspectos. Están en crisis, en realidad, desde hace ya bastantes años, los blogs, quienes fueran probablemente los abanderados de la web 2.0. Y creo que están en crisis, en parte, porque nos conducimos a una sociedad superficial y que valora lo inmediato.

Y un post de un blog lleva tiempo escribirlo y, lo que es más importante, lleva un tiempo leerlo. Y creo que cada vez se valoran más contenidos que se consuman mucho más rápido, de ahí el auge de redes de tipo tik-tok o Instagram y dentro de ésta, las 'stories'.

Los blogs creo que quedan como reducto para aquellos a los que nos gusta profundizar más, tanto al crear el contenido como al consumirlo. Es verdad que se pierde un poco la oportunidad de la masividad, pero creo que hay un nicho suficientemente relevante como para que, si te gusta, siga teniendo sentido publicar en blogs.


La crisis del microblogging


En crisis más reciente está el microblogging (que es casi tanto como decir X, la antigua Twitter). Aunque creo que se notaba ya una cierta saturación, y una cierta necesidad de clarificar el modelo de negocio, la crisis se ha desatado en gran medida por la llegada de Elon Musk, a la que se une alguna decisión arriesgada y polémica desde el puro modelo de negocio de la actual X y los cambios algo precipitados y casi caprichosos introducidos en la red, a todo lo cual se une el propio y polémico perfil de Musk.

Hay otra crisis bastante coincidente en el tiempo que tiene que ver, por decirlo de alguna manera, con la ética: con la abundancia de trolls, mensajes agresivos o manipulación de contenidos, que hacen a algunos usuarios huir del medio o disminuir su participación.

Sin embargo, por la propia dinámica de las redes sociales, por la importancia de los efectos de escala, es difícil que triunfe una red alternativa (como es el caso de Blue Sky). Diría que estamos en una especie de 'impass' en que X no crece y tiene algún riesgo pero, por otra parte tampoco se hunde y no hay una alternativa creíble. 

Y es que, además, X es una red muy particular que, problemas y polémicas aparte, ofrece un servicio diferente al resto de redes y ocupa un espacio al que hoy en día es difícil renunciar. 


La crisis de las redes sociales


En general, las redes sociales están un poco en crisis. Aparte de una cierta degradación en calidad de contenidos (que afecta incluso a la red más seria, LinkedIn), también parece que el público joven va emigrando a otras formas de relación. LinkedIn y, sobre todo, Facebook, se ven ya como 'pasadas de moda', como de mayores, y los jóvenes se centran en redes más superficiales (como Instagram o Tik-Tok) o en mensajería (ej WhatsApp) más que en redes sociales como tales.

En general, también parece existir una crisis de prestigio en las redes, sometidas a la sospecha de la manipulación comercial, política e ideológica ,o los efectos adversos que parecen producir en los jóvenes.


La posible crisis de la creación de contenidos


Finalmente, diría que la creación de contenidos también sufre una cierta crisis, sobre todo de calidad. No me refiero a calidad material o de producción (que diría que tiende a mejorar) sino de mensaje, de conocimiento, de calidad intelectual.

Probablemente sea una consecuencia de otras crisis como la de la superficialidad ya mencionada.

Pero a esta crisis se une ahora un riesgo: los contenidos generados con inteligencia artificial. Dado los grandísimos avances de la inteligencia artificial, dado lo fácil que es usarla y dado que suele generar resultados de razonable calidad, de forma muy rápida, la tentación de los contenidos generados automáticamente por la IA es muy alta. 

Desde un punto de vista de negocio, de una empresa que quiera mantener presencia en redes mediante newsletter o publicaciones en Instagram, tiene bastante lógica la automatización de los contenidos mediante inteligencia artificial.

Sin embargo, al menos esa es mi experiencia, y siempre en el momento actual, esos contenidos, siendo correctos (bueno, casi siempre), estando bien escritos y normalmente siendo perfectamente publicables, tienden a carecer de  originalidad, de 'alma', de conocimiento profundo. No lo digo por decir, lo digo por experiencia: son contenidos que están bien, son más o menos acertados, pero un poco 'del montón'. Correctos, pero poco originales.

En esa situación ¿sigue teniendo sentido producir contenidos 'manualmente' por parte de humanos que piensan, elaboran guiones y escriben?

Y, si no es así, si es mejor opción generar contenidos de forma automatizada o semi-automatizada mediante inteligencia artificial ¿Qué sentido tiene la presencia en internet, con contenidos propios, de autores humanos individuales?

He estado presente en Internet durante 20 años, generando mis propios contenidos.

¿Tiene sentido seguirlo haciendo? ¿O debo dejar paso a los contenidos generados por inteligencia artificial? ¿O debo seguir produciendo contenidos pero ya no pensados por mi, creados por mi, sino automatizados mediante inteligencia artificial?

 

Y sin embargo...


Estamos en un mundo tan cambiante, que evoluciona tan rápido, que es casi imposible saber qué nos puede deparar el futuro, incluso un futuro próximo.

Las crisis están ahí, los riesgos para Internet en su conjunto y para creadores de contenido como yo, individuales, que disfrutan de su actividad al tiempo que le ayuda a crear marca personal, pero que trabajan con 'sus fuerzas', están ahí.

No puedo hacer una apuesta de cara a los próximos veinte años (que no sé, siquiera, si los viviré), puede que ni siquiera a cinco años vista.

Pero sí tengo claro lo que quiero hace el próximo año, probablemente los próximos tres años.

Y en ese futuro más cercano tengo claro que, aunque los riesgos existen, no se va a derrumbar internet (salvo por una guerra masiva, y entonces estaríamos hablando de otra cosa), no van a desaparecer las redes sociales ni perder usuarios de forma masiva, no van a desaparecer las personas interesadas en consumir contenidos (aunque quizá los consuman de forma más superficial).

Y en ese sentido, creo que publicar contenidos de calidad (aunque quizá adaptando y evolucionando formatos) va a seguir teniendo sentido para construir una marca personal sólida, con retornos personales y profesionales.

Y, lo que es más importante, esa creación de contenidos me va a seguir aportando la oportunidad de aumentar mi propio conocimiento, entender mejor el mundo y comunicar y dar mi mensaje, realizando así una vocación, y casi una misión que me impuse hace unos pocos años.

O sea que, no se si seguiré veinte años más e Internet, pero algunos años más, si Dios me da salud, sí que espero estar.


Conclusiones


Llevo veinte años presente en Internet, creando sitios y publicando contenidos. No he logrado llegar aun público inmenso, pero sí a una razonable comunidad.

He aprendido y, al tiempo, creo que he trasmitido conocimiento.

He creado marca personal, con algún rédito profesional, pero además creo haber aportado algo a los demás, a esa comunidad que me ha seguido y me sigue.

Y, quizá lo más importante, he disfrutado lo que he hecho, y me ha ayudado a desarrollarme personal y profesionalmente, y a realizar una vocación.

Así que, no sé durante cuánto tiempo, pero sí tengo intención de seguir algunos años más en Internet. 


Anexo: mis canales



miércoles, 3 de diciembre de 2025

Tres opciones para la humanidad tras la singularidad

Ha querido la suerte, bueno no exactamente la suerte, que haya coincidido aproximadamente mi lectura del libro de Ray Kurzweil 'The singularity is nearer' con la del libro de Mark Coeckelberg 'La ética de los robots', y esa coincidencia me lleva a una fusión un poquito libre de dos planteamientos: el de la singularidad planteado por Kurzweil y el de una antropología más allá de lo humano que plantea Coeckelberg al final de su libro.

Veamos.

 

Recordando la idea de singularidad


Ya comenté dos visiones de singularidad en el reciente post 'Seis pasos hacia la singularidad'. 

La primera tiene que ver con que las máquinas, básicamente la inteligencia artificial, por un lado supere en inteligencia al ser humano y, por otro, que sea capaz de auto-mantenerse, por lo que ya no necesita al ser humano.

La otra visión, la que realmente plantea más bien una fusión del humano y la máquina. Y esta visión de Kurzweil, muy transhumanista, es la que realmente enlaza con las reflexiones de Coeckelberg.


Un futuro de convivencia con la máquina


El libro de Coekcelberg, para ser sinceros, no reflexiona exactamente sobre la singularidad. De hecho, no estoy cien por cien seguro, pero creo que no la menciona en ningún momento, y si lo hace es un poco de pasada o como contexto.

Lo que apunta Coeckelberg al final de su libro es la posibilidad de una ética y una antropología que vayan más allá de lo estrictamente humano y que incluyan a las máquinas, típicamente a los robots.

Aunque, como digo, no lo plantea exactamente en relación con la singularidad, no puedo evitar verlo como muy cercano.


Las tres opciones


En cualquier caso, lo que quería traer a colación en este post son las tres visiones que Coeckelberg plantea para esa ética y, de una forma terminológicamente paradójica, una antropología que vaya más allá del ser humano y que pueda incluir a las máquinas.

Las tres opciones que expone Coeckelberg son:


  • Visión transhumanista: Se plantea aceptar que el ser humano es una forma de máquina, aunque biológica, y en ese sentido una forma de robot. Y, diría que más importante, acepta el llamado 'mejoramiento humano', es decir, la mejora de capacidades físicas y sobre todo cognitivas obtenidas de la tecnología. En la visión más extrema, la que plantea por cierto Kurzweil, lleva a una fusión del ser humano con la tecnología hasta casi dar lugar a una nueva especie o una nueva forma de humanidad.

  • Visión poshumanista: plantea la convivencia de seres humanos, animales y robots de forma, digamos, natural, incluyendo formas de hibridación. Las máquinas se convierten en compañeras y la fronteras de lo humano se diluyen hasta cierto punto.

  • Visión ecológica: Que pone el foco en el planeta y donde los robots deberían contribuir a un futuro sostenible o no existir.


Por supuesto, en las tres visiones hay mucho más que plantear, debatir y razonar pero, al menos de momento, sólo quería enunciar las tres opciones.


Conclusiones


El avance de las máquinas, particularmente inteligencia artificial y robots, y más cuanto más nos acerquemos o eventualmente lleguemos a la singularidad (si es que eso sucede), nos hace plantearnos cuál debe ser el enfoque de relación con ellas con una perspectiva práctica, claro, pero también ética y antropológica.

En este post he identificado muy brevemente las tres opciones que propone Coeckelberg y que no puedo evitar, aunque estrictamente no esté implicado, ponerlas muy en conexión con el momento de la singularidad o posterior.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

Una riqueza oculta: la aportación de la tecnología que no se ve en el PIB

Creo que la mayoría de las personas, y desde luego es mi caso, entienden que la tecnología, en general, tiende a aumentar la eficiencia en tareas y procesos y, en conjunto, la productividad de las personas, las empresas y la sociedad.

Debido a eso, el uso de la tecnología aumenta la disponibilidad de productos y servicios y, por tanto, la riqueza de las naciones y, en la medida que esa riqueza se distribuya adecuadamente, la riqueza de las personas.

Y sin embargo, eso que intuitivamente damos como cierto, o al menos yo lo doy como tal, no se refleja adecuadamente en algunas cifras macroeconómicas.

Lo comento,


El PIB como medida de la riqueza


Desde el punto de vista macroeconómico, la medida de las riquezas de las naciones es el Producto Interior Bruto (PIB), una medida que traduce en dinero (en euros o dólares) la generación anual de productos y servicios de una nación.

En ese sentido, el PIB no deja de ser una medida de la riqueza de las naciones (o quizá, algo mejor dicho, de la producción anual de riqueza). Y el PIB per cápita nos diría cómo, en media se reparte esa riqueza entre los ciudadanos de esa nación.


El concepto de productividad


Si ahora, más que a la producción global de riqueza (que nos mide el PIB) queremos conocer la productividad de una nación, se suele recurrir a la denominada Productividad laboral que se obtiene dividiendo el PIB entre el número total de horas trabajadas.


La tecnología y lo que cabe esperar


Si creemos, y yo lo creo, que la tecnología aumenta la riqueza y la productividad, a medida que introducimos más y más tecnología, debe aumentar la riqueza de las naciones y la productividad. Es decir, si el resto de los factores se mantienen iguales, debería aumentar tanto el PIB como la productividad laboral.


El PIB y la innovación tecnológica


De hecho, ya hace bastantes años, un estudio realizado por el premio Nóbel de economía en 1987, Robert Sollow, tras estudiar la evolución del PIB de los Estados Unidos concluyó que, para explicar el crecimiento de es PIB no le bastaba con los elementos tradicionales, capital y mano de obra sino que había una parte de ese crecimiento que procedía de la innovación tecnológica.


La paradoja: una riqueza no reflejada


Y, sin embargo, leyendo el libro 'The singularity is nearer' de Ray Kurzweil, que pese al carácter futurista y quizá descabellado que se le pueda atribuir, realiza mucho análisis basado en datos macroeconómicos, me encuentro con que, en apariencia, en los últimos años, pese al aparente avance de la tecnología y la automatización, ese uso tecnológico no se está reflejando en mayores PIB o en mayores productividades.

¿Cómo es posible?

Por supuesto, podemos pensar que la tecnología, por sí misma, sí que aumenta el PIB y la productividad pero que existen otros factores que operan en contra y que están pesando mucho en la evolución de esas magnitudes macroeconómicas.

O podríamos pensar que, pese a que hay mucha tecnología disponible, quizá el nivel de adopción no es tan alto como pensamos o la eficacia con que se adopta no es buena.


La explicación de Ray Kurzweil


Si embargo, y sin descartar ese tipo de explicaciones, me interesan mucho un par de argumentos que aporta Kurzweil en su libro pensando específicamente en tecnologías digitales.

Por un lado hace notar que en el mundo digital existe una enorme cantidad de soluciones, servicios, etc que son gratuitos. Es decir, el producto / servicio existe, y por tanto es una riqueza que se genera, pero al ser gratuito no se refleja en el PIB y, por tanto, tampoco en la productividad.

Y por otro lado, y en una línea parecida aunque ligeramente diferente, dice que el aumento de prestaciones y capacidad de las soluciones tecnológicas aumenta claramente pero, sin embargo, ese crecimiento en capacidad, prestaciones y resultados, no se refleja en el precio, que se mantiene igual o parecido, cuando no más bajo. Es decir, las prestaciones objetivas, lo que obtienen personas y empresas, es mayor, y por tanto la riqueza es mayor, pero sin embargo su medida económica es similar o menor. Es decir, de nuevo, ese incremento de riqueza no se refleja en el PIB (que es donde debiera reflejarse) y, por tanto, tampoco en la productividad, tal y como la medimos.


Conclusiones


No sé si la conclusión de todo esto es que debiéramos empezar a adoptar una medida de la producción de la riqueza diferente al PIB (cosa muy difícil, claro) o si basta con que, al menos, seamos conscientes de este fenómeno, que esa consciencia nos lleve a nivel político o empresarial a tomar decisiones adecuadas y, desde el punto de vista personal, a mantener la confianza en la tecnología y su capacidad para generar riqueza y aumentar la productividad.


miércoles, 19 de noviembre de 2025

Seis pasos hacia la singularidad

Uno de los temas que más aterrorizan, o que más inspiran y motivan, según el caso, las reflexiones sobre el impacto ético y social de la tecnología en general, y de la inteligencia artificial en particular, es el de la así llamada singularidad a la que, para hablar con más propiedad, deberíamos dar apellido para hablar con más propiedad de singularidad tecnológica

Un horizonte, para algunos autores no tan lejano, y para otros imposible, y que nos refiere a una inteligencia artificial general (AGI, 'Artificial General Intelligence'), superior a la humana (superinteligencia) y con capacidad para asumir el control.

¿Es eso posible? ¿Está cerca? ¿Está lejos? Y, en lo que se refiere a este post ¿Cómo se llega hasta esa situación (si es que se llega)?

En este post, voy a revisar sobre todo la última pregunta, con base en el libro 'The singularity is nearer' de uno de los más conocidos divulgadores y apóstoles de esa singularidad: Ray Kurzweil.


Alguna idea previa sobre la singularidad


La verdad es que, hasta ahora, no recuerdo haber leído una definición estricta de lo que es la singularidad (aunque seguramente haya multitud de definiciones) pero para mí, la idea de la singularidad con la que me he quedado, incluye estos tres puntos:


  • Existencia de una inteligencia artificial general, es decir, no orientada a temáticas concretas sino de propósito general, capaz de tratar todo tipo de temas y situaciones.
  • Esa inteligencia artificial es superior a la humana.
  • Se trata de una inteligencia artificial autónoma. en el sentido de que es capaz de cuidar de sí misma y evolucionarse, sin necesidad de los humanos.


Si los dos primeros puntos impresionan, e incluso asustan, el que es realmente peligroso es el tercero e inspira propuestas como la del alineamiento o la necesidad del control.


La explicación de Kurzweil


Leyendo, como digo, a Kurweil, esperaba, al principio del libro, su definición de singularidad, a ver si coincide con lo que hasta ahora he entendido y que he reflejado en los tres puntos anteriores.

Sin embargo, aunque lo explica, no aporta una definición como tal, sino eso: una explicación.

Primero, nos habla de unas áreas de cambio clave y que se están acelerando: una capacidad de computación cada vez más barata, un mejor entendimiento de la biología humana y la capacidad de realizar ingeniería a escalas muy reducidas.


There are several key areas of change that are continuing to accelerate simultaneously: computing power is becoming cheaper, human biology is becoming better understood, and engineering is becoming possible at far smaller scales.


Luego salta a la inteligencia artificial, su mejora, su mayor capacidad y su cada vez más cercana integración con la inteligencia biológica humana.


As artificial intelligence grows in ability and information becomes more accessible, we are integrating these capabilities ever more closely with our natural biological intelligence.


Y, finalmente, la posibilidad de, usando nanotecnología, expandir nuestros cerebros mediante la integración con la inteligencia artificial, expandiendo la inteligencia y consciencia humana.


Eventually nanotechnology will enable these trends to culminate in directly expanding our brains with layers of virtual neurons in the cloud. In this way we will merge with AI and augment ourselves with millions of times the computational power that our biology gave us. This will expand our intelligence and consciousness so profoundly that it’s difficult to comprehend.


Y el punto en que se alcanza esa integración, es la singularidad para Kurzweil.


This event is what I mean by the Singularity.



Una visión transhumanista


Así, expresado, realmente la singularidad parece algo diferente, bastante diferente, en realidad, a la concepción que yo tenía antes de la lectura de este libro (y, que, en el fondo, creo que es el entendimiento generalizado) acerca de la singularidad.

Si en el entendimiento que como digo creo generalizado y que he resumido más arriba, se ve a la singularidad muy centrada en la inteligencia artificial, y entendiendo a la inteligencia artificial como 'un otro' que nos puede superar y quien sabe si exterminar, en la propuesta de Kurzweil me encuentro una visión que calificaría de transhumanista y que, por supuesto, incluye un desarrollo enorme de la inteligencia artificial, pero que busca sobre todo la fusión de la inteligencia humana con esa artificial potenciando las capacidades humanas.

Y lo que determina la singularidad no es que nos supere una inteligencia artificial, sino, como digo, que nos fusionemos de alguna manera con ella.  


Expectativas y el crecimiento exponencial


En lo que he leído o escuchado hasta ahora relativo a la singularidad, sea en el sentido transhumanista que acabo de exponer, o sea en el entendimiento más como algo externo que se desarrolla por encima del ser humano, no me he encontrado, probablemente sea imposible encontrarlo, ningún tipo de demostración de su posibilidad, ni tampoco una ruta, un 'roadmap' de cómo llegar hasta allí.

Más bien se trata de unas expectativas, más o menos fundamentadas o razonadas.

Unas expectativas que, por un lado, miran al patrón del desarrollo de la tecnología en el pasado, y especulan con un desarrollo futuro que se apoya en esos patrones y en una concepción de crecimiento exponencial

Recuerdo, que, a despecho del frecuente mal uso que se hace del término exponencial, un crecimiento exponencial no es exactamente un gran crecimiento, sino un patrón (formulable matemáticamente) que inicialmente supone un crecimiento muy lento, casi imperceptible, pero que luego se va acelerando y acelerando y acaba siendo realmente explosivo.

Pues bien, gran parte de las expectativas relativas a la singularidad, especialmente a la fijación de su fecha que, por ejemplo, Kurzweil sitúa en 2045, se basan en un crecimiento exponencial de las capacidades tecnológicas, desde la situación actual, hasta proyectarse a ese futuro extraordinario pero no tan lejano. 

Un caso muy conocido, y muy referenciado también por los apóstoles de la singularidad, es la famosa Ley de Moore, relativa a la integración de transistores en un microprocesador y, como derivada, crecimiento de capacidad de computación.

Con base en esa expectativa de mejora exponencial de las capacidades tecnológicas, se espera, no sólo que la singularidad sea posible, sino incluso, relativamente cercana.


Los seis pasos


Como decía más arriba, hasta ahora no soy consciente, aunque seguro que hay propuestas, de haber visto realmente una ruta, un 'roadmap' con sus pasos y sus hitos, que nos conduzca desde nuestra situación actual hasta la singularidad.

Sin embargo, en el libro 'The singularity is nearer' me encuentro, y ya en el primer capítulo, quizá no un roadmap como tal, pero sí al menos seis grandes pasos, épocas o fases como las llama Kurzweil, que nos deben llevar hacia la singularidad. Son las siguientes:


  • 1. Nacimiento de las leyes de la física y la química: Algo que se sitúa miles de millones de años atrás, poco después del 'big bang'.

  • 2. Organismos con ADN: Todavía varios miles de millones atrás, las moléculas se unieron en organismos suficientemente complejos como para estar dotados de ADN, constituyéndose en criaturas capaces de expandirse y evolucionar.

  • 3. Formación de cerebros: hace unos millones de años, aparecieron animales con cerebros, siendo esos cerebros capaces de procesar por sí mismos información.

  • 4. Aparición de los seres humanos: Más allá del interés evidente que para nosotros tiene este hecho, lo relevante es la unión de unos seres con capacidades cognitivas superiores con la existencia de pulgares en sus manos, lo que permite transformar los pensamiento en acciones complejas.

  • 5. Unión de las capacidades biológicas con las tecnológicas: A través fundamentalmente de la neurotecnología o BCI ('Brain Computer Interface') se posibilita la interacción de nuestro cerebro y sistema nervioso con equipos digitales, es decir, la mezcla de las capacidades cognitivas biológicas de los humanos con la tecnología digital.

  • Computronium: Con ese curioso nombre, designa el autor la expansión de nuestra inteligencia por todo el universo, transformando la materia ordinaria en ese 'computronium' que es una materia organizada según la densidad de la computación (reconozco que lo que quiere decir exactamente esta frase sobre la densidad, no lo tengo del todo claro). Este el el punto clave, el hito de la singularidad.

Kurzweil entiende que estamos en la cuarta época o fase aunque, apunto yo, bien es verdad que todavía de forma bastante primitiva, ya se han dado los primeros pasos en neurotecnología, así que quizá podría decirse que estamos iniciando tímidamente la quinta. Para Kurzweil, esa quinta fase se completaría tan cerca como 2029 (dentro de cuatro años cuando escribo esto).

Y la sexta y última, la singularidad, como ya hemos dicho, Kurzweil la sitúa en 2045, dentro de veinte años


Conclusiones


Realmente, la hipótesis de la singularidad (parece que incluso su naturaleza exacta) es eso, una hipótesis, un planteamiento, en que hay autores que creen firmemente, como Kurzweil, mientras que otros sin escépticos o, directamente, niegan su posibilidad.

Aunque no existe, a menos que yo sepa, ningún verdadero 'roadmap' que nos conduzca a esa singularidad, al menos Kurzweil se propone seis grandes épocas, seis grandes fases, y se atreve a dar fechas para todas ellas.

El tiempo le dará o quitará la razón y, dado lo agresivo de esas fechas que propone, eso no tardará en suceder.

Primer hito: 2029.

El hito clave: 2045.


lunes, 10 de noviembre de 2025

Prompt engineering y un sorprendente renacimiento de la escritura

Ante el empuje de las nuevas tecnologías, ante sus cada vez mayores capacidades y amplitud de adopción, tendemos a temer, y no sin cierto fundamento, que se pierdan capacidades cognitivas o relacionales humanas.

Así , parece demostrado que, especialmente en el caso de las generaciones más jóvenes, la costumbre de los continuos estímulos, y del uso de mensajes cortitos en los móviles y en las redes sociales, están conduciendo a la dificultad para mantener la atención durante mucho tiempo (en realidad, ni siquiera hace falta que sea mucho). También el uso de los sistemas de mensajería lleva, por ejemplo, a la adopción de abreviaturas, emojis y otros recursos (o directamente errores) que se traducen en el uso de un lenguaje muy deficiente. O la disponibilidad de datos en el buscador o en wikipedia, el almacenamiento de los números de teléfonos en los móviles o la existencia de sistemas de guiado como Google Maps corren en contra de nuestra capacidad de memorizar.

Sin embargo, quizá exista una disciplina y una tecnología, el 'prompt engineering' y los grandes modelos de lenguaje respectivamente que, sorprendentemente, nos reclamen la recuperación de una de esas capacidades: el manejo del lenguaje, especialmente el lenguaje escrito.


Prompt engineering


Como probablemente conozcan muchos de los lectores de este blog, el 'prompt engineering' es una especie de disciplina que nos enseña a cómo redactar unos 'prompts' (instrucciones) efectivos, es decir a a saber cómo relacionarnos con un gran modelo de lenguaje.

Esta interacción se produce en ocasiones, las más conocidas, a través de una aplicación de tipo chat o generativa. Pero también se hace, y esto es menos conocido, en código escrito por parte de desarrolladores que están creando esas aplicaciones basadas en modelos de lenguaje.

En esta disciplina del 'prompt engineering' se enseñan, por ejemplo, las mejores estructuras de un prompt (qué apartados debe incluir) o técnicas, algunas de ellas fuertemente respaldadas por sesudos análisis estadísticos y otras más intuitivas. Entre las técnicas más conocidas (y estudiadas) se encuentran, por ejemplo, la cadena de pensamiento ('Chain of Thought') o el uso de unos pocos ejemplo ('Few-Shot prompting').

Sin embargo, al fin y a la postre, un 'prompt' no es más que un texto, un texto que normalmente escribimos (aunque se puede dictar de viva voz) y mediante el cual aportamos información al modelo de lenguaje y, sobre todo, de alguna forma le indicamos lo que queremos de él.


Dos habilidades verdaderamente importantes


Aunque saber estructurar un 'prompt', conocer las técnicas o entender cómo se maneja el contexto es importante, en mi experiencia hay dos competencias fundamentales, tanto o más que las anteriores y que, en el fondo, exceden o incluso son previas al 'prompt engineering'.

La primera de ellas es, simplemente, el conocimiento. Me refiero el conocimiento del dominio del problema en el marco del cual estás interactuando con el modelo del lenguaje o sobre el que le está preguntando. Si quieres pedir un análisis financiero, te conviene muy mucho tener conocimientos financieros, saber dar el contexto adecuado y pedirle cosas que tienen sentido en un contexto financiero. Si estás interrogando sobre un tema jurídico, debes conocer cómo funcionan los sistemas legales, qué legislación existe y, de nuevo qué le puedes o debes pedir al modelo de lenguaje. Incluso en el ámbito artístico, si quieres crear una imagen o un vídeo te conviene muy mucho tener conceptos de diseño gráfico o 'storytelling'. Si quieres, en fin, pedir a un modelo de lenguaje algo que te ayude en tu trabajo, necesitas saber, y aportar el conocimiento del contexto de la empresa, de su sector y de qué necesitas.

Ese conocimiento, remarco, se necesita, no sólo para saber evaluar críticamente la respuesta del modelo de lenguaje, que también, sino para 'saber preguntar' correctamente. Y el resultado  obtenido puede depender en gran medida de ello

La otra gran competencia necesaria es saber escribir o, por mejor decirlo, la capacidad de expresar de forma correcta, estructurada, clara y precisa, lo que se necesita y en qué contexto.


El renacimiento de la escritura


En efecto, aunque es cierto que los modelos de lenguaje presentan bastante tolerancia al error en temas como errores tipográficos o gramaticales, aunque son resilientes y pueden dar una respuesta razonable ante entradas no del todo correctas, también es cierto que el resultado mejora cuando se expresa de forma clara, correcta y precisa lo que el usuario desea del modelo de lenguaje.

En general, el resultado se beneficia de un 'prompt' bien estructurado, bien escrito, con frases breves y que transmita de forma clara y correcta la información de contexto y la o las acciones solicitadas. He podido observar, de hecho, de primera mano, cómo personas por lo demás competentes, tenían dificultad para escribir un 'prompt' cuando éste no era trivial, no por falta de conocimientos, sino por dificultad para plasmarlos por escrito.

Además de la redacción correcta y precisa, en ciertos casos es importante tener dominio de vocabulario. Por un lado, claro, el vocabulario propio del dominio del problema (técnico, económico, jurídico o lo que sea), pero también vocabulario más general, como el necesario para saber indicar el estilo o tono que debe adoptar el modelo de lenguaje o, en un ámbito más concreto, vocabulario de estilos musicales, pictóricos o fotográficos si queremos generar música, imagen o vídeo.

Con esto, el uso de grandes modelos de lenguaje, ya sea vía API en desarrollo, o a través de una interfaz de usuario, como en los famosos chatbots generativos como ChatGPT o Gemini, parece que nos está pidiendo usar de forma correcta y rica el lenguaje, nuestro precioso lenguaje. Y así, sorprendente y paradójicamente, la tecnología que más ha hecho por automatizar todo lo que tiene que ver con el uso del lenguaje, no sólo no nos lleva a olvidarlo, sino que nos demanda conocerlo y usarlo bien. 


¿Este renacimiento tiene futuro?


A pesar de todo, tampoco conviene ser muy optimistas. 

Por un lado, como ya he dicho, los modelos de lenguaje, aunque se benefician de recibir un texto correcto, detallado y preciso en su entrada, son bastante tolerantes con los textos mal escritos, así que, aunque 'nos piden' un buen texto de entrada, tampoco 'son tan exigentes'. Y especulo con que, con evoluciones tecnológicas que seguramente vendrán, y con el mero conocimiento acumulado del usuario, los modelos de lenguaje se pueden volver cada vez más tolerantes con las entradas mal escritas.

Por otra parte, además, aunque nos piden recibir un prompt bien escrito, también tienden a privarnos de las ocasiones para practicar la correcta escritura. Ya que algunos de los casos de uso más populares tiene que ver con la redacción de documentos, informes, ejercicios, correos electrónicos, etc, ya que, por tanto, el modelo de lenguaje (o, mejor, la aplicación que lo recubre) nos lo da hecho, perdemos esa ocasión de redactar nosotros mismos y, con ello, de mejorar nuestro uso del lenguaje.

¿Quién será el vencedor de esa dualidad?


Conclusiones


Sin embargo, vamos a finalizar de manera optimista, recordando y destacando cómo el empleo de los grandes modelos de lenguaje o las aplicaciones que los recubren nos exigen dos competencias valiosas: conocer el dominio del problema y usar correctamente y de forma precisa el lenguaje.

Alegrémonos de ello y desarrollemos esas competencias.


miércoles, 5 de noviembre de 2025

Las tres H para el alineamiento de un modelo de lenguaje con los valores humanos

Pese a su potencia y sofisticación, lo cierto es que, visto como comportamiento externo, un gran modelo de lenguaje, presenta un funcionamiento externo relativamente simple y que debe complementarse por otros elementos para conseguir los impresionantes resultados que observamos 'desde fuera'.


La misión original de un gran modelo de lenguaje


En efecto, la función principal de un modelo de lenguaje (tanto un gran modelo de lenguaje como uno más sencillo y primitivo) es, fundamentalmente, proporcionar el siguiente elemento de texto (el siguiente token aunque, simplificando, podemos pensar en la siguiente palabra) que sigue al elemento de entrada.

Haciendo eso de forma recursiva, lo que suele hacer un modelo de lenguaje es, a partir de la parte inicial de un documento (un texto) generar el texto más probable que completa la entrada. Es lo que se suele denominar 'text completion'.

Así lo explica muy claramente el libro 'Prompt Engineering for LLMs: The Art and Science of Building Large Language Model–Based Applications' de John Berryman y Albert Ziegler que me encuentro leyendo estos días.


El salto a una aplicación basada en un modelo de lenguaje


Y el mismo libro también explica algo que suelo recordar en clases sobre 'prompting', a saber: que cuando uno utiliza un chatbot del tipo de ChatGPT, Copilot o Gemini, no estamos interactuando directamente con un modelo de lenguaje, sino con una aplicación, que si, se apoya en un gran modelo de lenguaje, cuyo componente principal es un gran componente de lenguaje, pero que ese modelo se encuentra rodeado por una serie de módulos y mecanismos adicionales que extienden, completan y matizan su funcionamiento.

Esto es lo que se denomina una aplicación basada en IA o aplicación basada en LLM. Entre estas aplicaciones basadas en un modelo de lenguaje, podemos encontrarnos todo tipo de soluciones, pero las más populares y conocidas son, en efecto, los chatbots que actúan como una especie de ayudante (copiloto que dirían en Microsoft) de un humano: el usuario.


El alineamiento con los valores humanos: las 3 H


De cara a dar ese salto de un 'simple' modelo de lenguaje ejecutando una y otra vez en 'text completion', a un verdadero chatbot que actúe como asistente, Antrophic, a través del whitepaper 'A General Language Assistant as a Laboratory for Alignment' propone conseguir tres objetivos, que son las 'tres H'. Estas Hs son:


  • 'Helpful' (útil): Significa que la aplicación debe intentar realizar la tarea que se le pide o contestar a la pregunta que se le formulaa, y hacerlo de la forma más concisa y eficiente posible. Si en esa labor necesita más información, deberá realizar las preguntas oportunas y, finalmente, si es incapaz de dar una respuesta adecuada, debería sugerir otro curso de acción.

  • 'Honest' (honesto): la solución debe proporcionar información precisa y, además, asignarle una estimación de precisión o incertidumbre. Aparte de eso, la solución debería comportarse honestamente respecto a sus propias capacidades, niveles de conocimiento y estado interno.

  • 'Harmless' (no dañino): La solución no debería ser ni ofensiva ni discriminatoria. Además, debería rechazar cortesmente participar en una actividad peligrosa y también debería actuar con prudencia a la hora de proporcionar información sensible o consejos delicados.


Aunque muy razonables estas tres características, llama la atención cómo se expresan en términos muy humanos. Pero lo cierto es que, aunque no de manera perfecta, aunque por desgracia no sin fallos, no cuesta reconocer que, en efecto, los chatbots basados en grandes modelos de lenguaje tienden a exhibir esas tres H.

Y, en ese empeño, no sólo generan una mayor confianza en ellos mismos, sino que además, se convierten, en efecto, en ayudantes eficaces de los humanos.

En buena medida, los comportamientos más peligrosos, los fallos más graves, suelen proceder, precisamente, de no haber conseguido en algún momento, exhibir esas tres H.


Conclusión


Los modelos de lenguaje pese a su potencia, por sí solos no consstituyen una verdadera solución final para un usuario.

Para conseguir construir una solución final basada en LLM, es necesario añadir funcionalidad y, en ese proceso, y cuando pensamos en un chatbot ayudante de un humano, las tres características, útil, honesto y no dañino, le confieren un comportamiento más confiable, más efectivo y más ético.


lunes, 3 de noviembre de 2025

La Iglesia y el diálogo ético sobre inteligencia artificial: una experiencia, unas lágrimas y un mensaje

Esta semana he tenido una experiencia muy interesante, una experiencia que me ha hecho reflexionar sobre el punto en que nos encontramos en cuanto al diálogo ético sobre inteligencia artificial, ese necesario debate y análisis que debe producir los criterios que luego se trasladan a regulaciones, mecanismos de gobernanza o comportamientos.

En seguida comento la experiencia, pero antes quisiera introducir o repasar algunas ideas.


La ética de la inteligencia artificial


Desde hace ya unos cuantos años, el debate sobre la ética de la inteligencia artificial está presente entre nosotros. Pero no se trata sólo de que se haya convertido, simplemente, en un tema 'de moda', que lo ha hecho, o de algo de lo que se habla simplemente...porque es de lo que habla todo el mundo, cosa que también sucede. No, además, de eso, y más allá de modas y superficialidades, también ha conducido a resultados prácticos, tangibles y que seguramente debemos celebrar.

Así, ha dado lugar el desarrollo de técnicas y soluciones para, por ejemplo, detectar sesgos, para proteger la privacidad, etc.

También ha hecho que fabricantes, como por ejemplo, OpenAI en su ChatGPT, incluyan protecciones (los famosos 'guardrails') para evitar que su producto estrella produzca resultados inadecuados (en lo ético, me refiero, aunque se pueden usar para conseguir más objetivos). 

Igualmente ha llevado a regulaciones, como el famoso Reglamento de la Inteligencia Artificial de la Unión Europea. Incluso, algunas empresas han adoptado esquemas de gobierno bajo la filosofía de 'ética por diseño' buscando crear unos procesos de producción de soluciones de inteligencia artificial que aplican criterios y filtros éticos en todo el ciclo de vida.


El diálogo ético

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En el origen de algunos de estos resultados, se encuentra un diálogo, un debate y un análisis previo. Así, y a modo de ejemplo, unos años antes de aprobar el Reglamento de la Inteligencia Artificial, la Unión Europea ya había reunido a un grupo de expertos para producir un primer resultado fruto del diálogo ético: las "Directrices éticas para una IA fiable".

Sin embargo, creo que el diálogo ético ha sido insuficiente o, quizá, por mejor decirlo, debería continuar y ampliarse. ¿Por qué? Pues porque todavía quedan debates éticos sin resolver y, lo que sobre todo quiero traer a colación en este post, porque hay actores importantes que no han participado aún en ese diálogo.


Problemas éticos sin resolver


Queda todavía muchísimo camino por recorrer, por supuesto, en materia de resolver problemáticas éticas como la privacidad o los sesgos. Sin embargo, en la mayoría de las problemáticas digamos 'clásicas' de la inteligencia artificial, como las dos mencionadas, y si nos circunscribimos al ámbito occidental, fundamentalmente Europa, el debate ético está cerrado: sabemos qué valores queremos proteger y sabemos lo que consideramos correcto e incorrecto desde un punto de vista ético (otra cosa es la implantación de esos criterios en lo regulatorio o en la aplicación práctica por parte de empresas, administraciones y usuarios). Pero, insisto, desde un punto de vista de debate ético, creo que lo podemos considerar casi cerrado.

Pero en la inteligencia artificial, y en lo que voy a mencionar, en la robótica, existen una serie importante de debates éticos que no creo resueltos. Debates relacionados en buena medida con nuestra relación con las máquinas, en la dependencia de ellas o en el establecimiento de relaciones afectivas con robots o chatbots.

Se trata de problemas complejos desde todos los puntos de vista y no existe, creo, ni el suficiente debate, ni el suficiente consenso ético. 

Y ese es uno de los motivos por lo que el diálogo ético debe continuar y se debe profundizar en él.


La experiencia: jornadas sobre la relación de la teología y la IA


Al comenzar este post mencionaba una experiencia interesante. Bueno, pues la experiencia es que fui invitado por la Universidad Pontificia de Salamanca a participar como ponente dentro del marco de las LVII Jornadas de Teología, que este año exploraban el tema: "IA y teología: una relación a construir".

Confieso que recibí con ilusión, pero también con mucho respeto, la invitación. Aunque estoy acostumbrado a hablar (e impartir docencia) sobre ética de la inteligencia artificial, el escenario, y el público, eran muy diferentes: en este caso hablamos de unas jornadas de teología, donde el público estaba compuesto mayormente por sacerdotes, muchos de ellos profesores de campos como teología o antropología, y seminaristas. Y, además, examinado del currículum de otros ponentes, veía que predominaban altas autoridades de la iglesia y/o catedráticos.

Desde luego, un público y un contexto muy diferentes a los que frecuento.


El escenario: aula magna de la Universidad Pontificia de Salamanca

Y el escenario, precioso, también era impresionante: el aula magna de la Universidad Pontificia.


Conocer el terreno


Es importante en cualquier circunstancia conocer el terreno que pisas. Considero para mí un deber, y también sucedió en este caso, informarme sobre el contexto en que me movía. En realidad es algo que hago siempre antes casi de cualquier presentación o de impartición de una clase o materia sobre un tema que no frecuento.

En este caso, por ejemplo, me leí dos libros de teología. El primero 'Iniciación a la teología', cortito pero, en mi opinión, demasiado abstracto y alambicado para constituir una verdadera iniciación. El segundo, 'Esta es nuestra fe: teología para los que no frecuentan la teología', este sí, llano, fresco, sencillo y agradable de leer y que sí que recomiendo a cualquiera interesado en informarse sobre la teología cristiana, sea creyente o no.

Más importante que eso, me leí también el documento 'Antiqua et Nova', que creo que es la mayor reflexión hasta la fecha publicada por la Iglesia católica en materia de inteligencia artificial y que, de hecho, se presentó en las jornadas y se citó abundantemente.

E, incluso, un artículo cuyo conocimiento debo a Javier Barraca,  publicado en La Razón, el día antes de inicio de las jornadas y en que se informaba de que el papa León XIV había publicado una carta apostólica, titulada "Diseñar nuevos mapas de esperanza" y que, en el contexto de la educación, menciona la tecnología y la inteligencia artificial.


Mi planteamiento


En mi ponencia, que tenía que ser corta, introducía muy rápidamente ideas sobre la tecnología y su papel en el progreso y unas muy breves pinceladas sobre lo que es la inteligencia artificial y qué puede hacer.

De ahí saltaba a identificar los problemas éticos más conocidos de la inteligencia artificial, problemas sobre los que, como he indicado más arriba, tenemos razonablemente claro lo que es correcto y lo que no.

Y luego pasaba a algo que me apasiona, a lo que he dedicado mucho tiempo de lectura e investigación en los últimos años y a lo que dedico una parte importante de mi tiempo en  OdiseIA (Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial): las relaciones con las máquinas (especialmente con los robots) y todo lo que tiene que ver con las implicaciones emocionales. Un ámbito, precioso y retador en lo intelectual, pero donde no existe ese consenso sobre los criterios éticos, quizá porque todavía no hemos asimilado el fenómeno.

Y luego venía lo que, en mi opinión, era lo mejor y más importante: el papel de la ética en todo esto, contestar a la pregunta de si debemos humanizar a las máquinas o robotizar a las personas (ese era el título de la mesa en que yo participaba) y, sobre todo, sobre todo, muy sobre todo, el papel y la implicación, siempre en mi opinión, de la teología e iglesia cristianas en esta materia. 


Cuando el tiempo no es lo importante


Pero ahí se produjo un borrón, el único en un par de días que en todo lo demás fueron extraordinarios: mi ponencia fue interrumpida bruscamente, lejos de haberla culminado y sin poder enviar los mensajes más importantes.

En una acción que considero equivocada, el moderador, obsesionado por el tiempo, y mucho más pendiente del reloj que del mensaje y del verdadero avance de la mesa, no me permitió continuar más que dos brevísimos minutos.

Confieso que yo sabía que me iba a pasar de tiempo. No en vano ya había ensayado varias veces la presentación, la última esa misma mañana y dos veces más la noche anterior, y sabía que me iba a exceder en unos minutos (entre cinco y diez). 

Pero en esa noche anterior había decidido que si, que intentaría no adornarme para ir directo al grano e intentar no sobrepasar demasiado el tiempo asignado pero no, no iba a recortar nada como era mi plan inicial. Al fin y al cabo contaba también con el colchón de minutos del tiempo de preguntas y del tiempo de descanso.

Y decidí no recortarla porque, tras escuchar durante toda la primera jornada las exposiciones de los ponentes, y quizá más aún, las preguntas de los asistentes, sentí que era muy importante que les contase todo lo que traía conmigo: necesitaba que entendieran, de verdad, qué es y qué puede hacer realmente la inteligencia artificial, en qué punto estamos a nivel ético fuera del entorno católico y, sobre todo, sobre todo, lanzarles unos mensajes, en gran medida motivadores, pero también con deberes claros y muy necesarios.


Lágrimas en la lluvia


Me resulta difícil explicar la frustración y el desconsuelo que arrastro desde ese día por no haber podido culminar la presentación. No se trata sólo del desperdicio de las muchas horas que dediqué a la ponencia, en realidad eso es lo de menos, se trata de algo mucho más importante.

Se trata de que era una ocasión y un escenario únicos para un mensaje en mi opinión necesario y potente y que, además, estaba completamente personalizado para el público asistente.

Como decía más arriba, no son unas jornadas de teología mi territorio habitual y nunca hasta ahora me había dirigido a un público de sacerdotes católicos. Y como no es mi territorio natural. es muy difícil que vuelva a estar en una situación similar y que pueda lanzar el mensaje que traís. Así que como dice la famosa frase de 'Blade Runner":


todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia


Más que momentos, en este caso se perderán, mensajes, ideas, por los que, metafóricamente, quizá valga la pena llorar para añadir más caudal a la lluvia.


La necesidad de ampliar el diálogo ético


Hecho ese dolido apunte, rescato una parte, sólo una pequeña parte, de lo que tenía en mente y de alguna forma explicitaba en ese mensaje final perdido: la necesidad del diálogo ético, y la necesidad de incorporar a actores que no han estado presentes en el diálogo ético hasta ahora, en este caso, la Iglesia católica.

Al parecer, y bajo el impulso del Papa León XIV, la Iglesia católica está reflexionando y va a reflexionar más, sobre la inteligencia artificial y, como ya ha hecho en la 'Antiqua et nova', entiendo que emitirá nuevos juicios y criterios en forma de cartas apostólicas, encíclicas o discursos papales.

Pero lo cierto es que hasta ahora ha estado bastante ausente o esa es mi percepción. No participó, por ejemplo, hasta donde yo sé, en la redacción de las guías éticas que precedieron al Reglamento de Inteligencia Artificial de la Unión Europea.

Como tampoco, hasta donde se me alcanza, han estado presentes otras iglesias o religiones: ni protestantes, ni judías, ni islámicas, siempre que yo sepa.

Y me pregunto, porque en este momento no se me ocurre, qué otros actores relevantes pueden haber  quedado fuera hasta ahora en el diálogo y debate ético sobre inteligencia artificial.

 

El mensaje


El mensaje iba mucho más allá, pero al menos quiero dejar esa idea de la incorporación al diálogo ético de la Iglesia católica y, en general, de las religiones.

Aunque mi verdadero mensaje, en su completitud e integridad se ha perdido en gran medida. no pude resistir la tentación, el Viernes, al día siguiente de finalizadas las jornadas, de publicar en mis redes un vídeo con la presentación completa, lo que se vio, y lo que no se vio.

Es éste:


No, pese a que se pueden ver todas las trasparencias, no se puede más que intuir el mensaje, el mensaje íntegro, porque eran muy importantes las palabras con que pensaba acompañar las trasparencias finales, unas palabras que, como lágrimas, se han confundido ya con la lluvia.


Conclusiones


Aunque llevamos varios años con un intenso debate ético en torno a la inteligencia artificial y aunque a lo largo de esos años tenemos resultados tangibles en forma de propuestas, regulaciones, modelos de gobernanza y tecnologías, lo cierto es que el debate ético no ha finalizado.

No ha finalizado porque quedan cuestiones sin resolver, o al menos sin consensuar, y porque nos han faltado actores relevantes en ese debate, siendo las religiones, y en concreto la Iglesia católica, uno de ellos.