lunes, 17 de mayo de 2021

Neuro-robótica o el efecto boomerang de la Inteligencia Artificial

Es indudable que en mayor o menor medida, la robótica y la inteligencia artificial se han inspirado en la naturaleza y, muy en concreto, en el sistema nervioso en general y el cerebro humano en particular.

No es casual, ni del todo desacertado, el nombre que reciben algunas técnicas y algoritmos como las propias redes neuronales o los algoritmos genéticos. Y es que, aunque en cierto que esa inspiración es muchas veces sólo un punto de partida, más que un paralelismo profundo, y también que con frecuencia en los discursos poco cuidadosos se extrema y exagera inadecuadamente la metáfora sugiriendo una similitud irreal, la inspiración existe.

Y no se trata de algo que se haya inventado la inteligencia artificial. La biomímesis, es decir, la imitación de cómo funcionan las cosas en la naturaleza como medio de encontrar soluciones científicas o tecnológicas a problemas a resolver, es una práctica transversal y fructífera. 

Pero, paradójicamente, también puede existir la vía inversa, el recorrido en la otra dirección.

Leyendo el libro 'Exploring Robotic Minds: Actions, Symbols, and Consciousness as Self-Organizing Dynamic Phenomena' de Jun Tani me encuentro con la presentación de la disciplina de la neuro-robótica y, más en concreto, de la neuro-robótica sintética, una disciplina que, en palabras de Tani pretende:


examine experimentally the emergence of nontrivial mindlike phenomena through dynamic interactions, under specific conditions and for various cognitive taks.


La declaración de intenciones es impresionante: estudiar experimentalmente la emergencia de fenómenos mentales complejos... Y dado el nombre de la disciplina, el lector ya se puede imaginar lo que la frase anterior sólo insinúa aunque ese nombre hace sospechar y es con qué base se realiza dicha experimentación: con robots y algoritmos de inteligencia artificial.

Unas líneas antes, en el prefacio, el autor declara el objetivo de su libro:


to show a clear picture of how the mind might work, based on tangible experimental data...


Es decir, se pretende entender el funcionamiento de la mente, de la mente humana, pero experimentando no con nuestro cuerpo, nuestro cerebro o nuestras capacidades cognitivas, sino mediante robots y algoritmos. 

Se trata de algo sorprendente, estimulante y quizá un poco intimidante. 

Pero, en el fondo, se trata de una idea que vuelve a nosotros con cierta frecuencia como hemos mencionado recientemente, por ejemplo, a la hora de hablar de por qué interesa desarrollar robots éticos. Se trata del argumento que defiende que progresar en inteligencia artificial y robótica no sólo desarrolla una tecnología por sí misma con su eventual interés económico, social o de negocio. Es que, además, el estudio y desarrollo de estas tecnologías puede ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos como personas, lo que realmente significa el ser humano cuando hablamos de ética o cómo funciona la mente en el caso de la neuro-robótica.

Y todo ello viene a ser una especie de sorprendente efecto boomerang: partimos de la imitación del cerebro como inspiración para el diseño de redes neuronales y robots inteligentes y éstos, quizá, nos puedan devolver conocimiento, o quizá sólo otra suerte de inspiración, sobre el funcionamiento de nuestro propio cerebro, uno de los mayores y mas elusivos misterios.


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